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septiembre 11, 2018

Academia, República, Institución, Escuela (conceptos de teoría literaria)

            Aclaración de conceptos:

Los conceptos –hasta cierto punto neologismos tomados de la sociología francesa– como Redes intelectuales, Campo literario, Institución de la literatura, Historia intelectual, etcétera, se han enseñoreado prácticamente de la sociología de la literatura.  

     Con el propósito de hacer dichos tecnicismos más útiles y de mayor alcance o comprensión social, conviene trazar un repaso por términos que no se han datado lo suficiente y que quizás sean más comprensibles para el estudiante que se acerca o el profesor que repasa nociones de Teoría Literaria relacionada con la Sociología.


Institución

Este término es el que más ha hecho carrera en la sociología literaria a partir del libro del belga Jacques DuboisLa institución de la literatura (1978; traducido por Juan Zapata en 2013). 

A partir del concepto de campo literario - datado por el célebre Pierre Bourdieu  en Las reglas del arte (1993) -, el concepto de institución  no ha logrado desplazar el de campo. Ambos conceptos se fundan en una sociología basada en el concepto de Ideología formulado por Louis Althuser. Ambas obras también da por hecho el conocimiento de la Literatura (sobre todo de la literatura francesa del siglo XIX), por lo que conviene no descuidar cierta formación filológica en historia literaria. 

Yendo a lo más obvio, para evitar equívocos, Institución está etimológicamente compuesta del latín in (penetración) y statuere (estacionar, colocar). Las instituciones, por lo tanto, procuran ordenar o normalizar el comportamiento de un grupo de individuos cuyo propósito es un bien social o un fin común (aunque también puede haber instituciones del “mal”). De Institución se desprende naturalmente institutoinstruccióninstructorinstitutriz, y hasta se hace verbo en el infinitivo instituir. 

Madame de Staël (Anne Louise Germaine Necker, 1766-1817) es la primera en titular un texto relacionando ambas palabras: La literatura considerada en relación con las instituciones sociales(originalmente en francés, De la Littérature, considérée dans ses rapports avec les institutions sociales, 1800). Madame de Staël toma “literatura” en su vieja acepción de gramática (es decir, de las letras) que abarca tanto los escritos filosóficos como las obras de imaginación, es decir, cuanto concierne al ejercicio del pensamiento; o dicho de otro modo: todo lo escrito con excepción de los guarismos o números de las ciencias físicas. 

Lo que yo he querido hacer, confiesa Madame de Staël en la introducción de su ensayo, es mostrar la relación que existe entre literatura y las instituciones sociales de cada siglo y cada país. Y agrega: “Il est imposible d’etre un bon littérateur, sans avoir étudié les auteurs anciens, sans connaitre parfaitement les auteur classiques du siècles de Louis XIV”. En la vieja disputa dieciochesca entre antiguos y modernos (véase La querelle des anciens et des modernes), Madame de Staël se inclina por los últimos. A la pregunta de si la poesía griega antigua ha sido sobrepasada o igualada por los modernos, ella responde que sí.

Hay un tipo de ideal que aumenta en proporción a las ideas. Virgilio, en la Eneida, tuvo más sensibilidad que Homero para retratar el amor. RacineVoltairePopeRousseauGoethe, han pintado el amor con una especie de delicadeza, de culto, de melancolía y de devoción que son completamente ajenos a las costumbres, las leyes y la personalidad de los antiguos. A Madame de Staël le interesaba ante todo la sensibilidad (¿lo que hoy llamaríamos sensiblería o charlatanería sentimental?), puesto que la predilección por la fría razón o por el intelecto –tan alabado por los ilustrados– había desembocado, ya no digamos en la Revolución francesa (1789), sino ante todo en la Terreur (el Terror) de Robespierre (1792-1795).  

En un mundo de grandes avances científicos, en que ya Copérnico Galileo, Kepler y Newton habían abierto la conquista del espacio exterior, Madame de Staël decía que las ciencias guardan una conexión íntima con las ideas, que determinan las situaciones moral y política de las naciones. El progreso de las ciencias hace necesario el progreso de la moral (“les pregrès des sciences rendent nécessaires les progres de la morale”). Si aumenta el poder del hombre para acelerar y alcanzar mayor velocidad y fuerza, de igual modo debe reforzarse el freno que le impida abusar de ese poder. Pero, dado que el progreso científico más bien había dado lugar a la desacralización y al ateísmo, ¿de dónde iba a salir una nueva moral? 

El deseo de Madame de Staël por fundar una nueva moral se topa con la realidad de un país, Francia, destrozado por la Revolución y el Terror. Aunque ella escribe su libro en medio del primer Consulado (1799-1804) de Napoleón Bonaparte, nada obtiene de él. Aquel "plebeyo" se dio el lujo de dejarla plantada. Para vengarse de Napoleón, Madame de Staël se refugió en Alemania y se rodeó de quienes se opusieron a él, dejándose seducir por los hermanos Schlegel para, andando el tiempo, componer un ensayo lleno de admiración desenfrenada por los alemanes. De ahí su libro De la Alemania (1814). Más tarde, en 1835, el poeta alemán Heinrich Heine, entonces exiliado en París, escribiría un remaque con el mismo título, De la Alemania(1835), un ensayo irónico y lúcido contra la imagen inocente y romántica que de Alemania había vendido Madame de Staël. El libro de Heine suele editarse en  dos volúmenes distintos: Sobre la historia de la religión y la filosofía en Alemania, y La escuela romántica.


        Escuela

Llegados a este punto, conviene detenernos en el concepto de Escuela como refuerzo del concepto de Institución. Una escuela se compone de subescuelas, círculos, esferas o comunidades que pretenden ordenar individuos concretos con cierta tendencia intelectual discernible en una comunidad intelectual. Tal, por ejemplo, la Escuela Universalista Española del siglo XVIII formada a partir de los jesuitas exiliados en Italia y que representa un paradigma frente a la Ilustración de cuño francés o alemán. 

Ahora bien, la Escuela Romántica es la que más nos atañe, ya  tuvo una impresionante influencia –que aún nos afecta– y abarcó todos los géneros literarios y se legitimó en varias corrientes filosóficas, principalmente en el Idealismo alemán.  Merece una entrada aparte


Academia 

Platón inventó la academia, en cuyo frontispicio puso un letrero que rezaba: “que no entre aquí quien no sepa de geometría”. Era un precepto pitagórico, órfico, según el cual hay una música o armonía (un universo) en los números o guarismos. Semejante "perfección" geométrica necesitaba extenderse por igual al mundo de la doxa, es decir, de las opiniones, de la verbosidad, del habla y de la escritura  - de la Poesía en suma - cuya naturaleza es desorganizada y asimétrica, y de ahí que en el Libro X de la República, más que expulsar a los poetas, Platón los invite a racionalizarse en la construcción del  Estado que es, para él y en un plano abstracto, el Poema más perfecto. 
            Platónico hasta cierto punto, el catolicismo admitió la Academia para designar el cuerpo de profesores de un determinado lugar. En 1440, consolidándose o institucionalizándose en la Italia renacentista, se fundó la Academia platónica florentina con Pico della Mirandola. Posteriormente, merced a los viajes a Italia (el viaje a Italia es un género literario) de intelectuales de otros países, el resto de las capitales europeas comenzó a abrir sus respectivas academias: Academia Matemáticas de Madrid (1582), Royal Society of London (1660), Academia Francesa (1666). Durante el siglo XVIII se fueron desprendiendo las academias de las ciencias exactas, de la Historia y de la Lengua, etc. Esta última, desde España y con sus sucesivas etapas en los diversos países de Hispanoamérica, sigue teniendo un enorme peso en la fijación oficial del lenguaje y en la edición crítica de obras literarias. 

            República de las letras 

Lo que ahora se llama “redes inteletuales” (del francés réseaux y así datado por la moderna historia intelectual que ha buscado reemplazar injustificadamente la historia de las ideas) es lo que más bien deberíamos seguir llamando República de las Letras
        Se funda una República de las Letras entre quienes se cartean o tienen una correspondencia intelectual con amigos y colegas (así sea por el moderno e-mail o la red social),  pues también en español “letras” fue sinónimo de cartas como sigue diciéndose en inglés letter o en francés lettre
      El origen moderno de la República de las letras hay que buscarlo en 1384 entre los cancilleres italianos y franceses del Papado en Avignon, especialmente en el secretario italiano Coluccio Salutati, maestro en el arte retórico de componer cartas y así hasta fijar el arte novelesco de un Bocaccio. Una sólida formación en gramática latina permitió fijar, entre los secretarios italianos (piénsese, si no, en el secretario Maquiavelo), un modo de cartas familiares y oficiales, en el que los jóvenes de entonces se habituaban en el uso de la retórica y del Derecho romano. Con semejante modelo de redacción, frente al cual el destinatario se sentía atraído, fácilmente se obtenía lo deseado: dinero de los padres o ser absuelto por un tribunal. Por consiguiente, la República de las Letras se instaló o nació al calor de las cancillerías y diplomacias en donde la cultura se volvió un asunto político. O dicho de otro modo: un asunto de eficacia
        El fundar o habitar una República literaria siguió asumiéndose durante los siglos XIX y XX entre aquellos escritores o intelectuales que se carteaban entre sí y que a través de su correspondencia o epistolario terminaron por fundar una res (cosa) pública literaria. Escritores cuyo epistolario constituye una auténtica República de las Letras son, entre nosotros, Alfonso Reyes, José Ortega y Gasset, Menéndez Pelayo, Miguel Antonio Caro, García Márquez, Carlos Fuentes o Vargas Llosa. Varios de ellos, dicho sea de paso, también ocuparon cargos consulares o políticos.  

septiembre 05, 2018

Taller de Ensayo (Crítica y creación)






Taller de Ensayo: crítica y creación

                        Objetivos

El objetivo de este taller es ejercitar y perfeccionar la escritura de ensayos, a través de la identificación de sus características principales, que van desde la reseña crítica de libros y acontecimientos culturales, pasando por las crónicas con referencias históricas y literarias, sin descuidar las columnas de opinión política y los artículos académicos.

Otro de los objetivos es familiarizar al público con la importancia del ensayo dentro la historia social e intelectual del siglo XX, teniendo en cuenta la escritura ensayística de grandes escritores y filósofos como Georg Lukács, Adorno, Benjamin, Borges, Alfonso Reyes, Foucault, Octavio Paz, Beatriz Sarlo, Gutiérrez Girardot, entre otros. Se trata de tender un puente entre la crítica y la creación literarias, relacionándolos con la historia social y política y otros “campos culturales”: periodismo, ámbito editorial, políticas culturales, relaciones internacionales, etc. 



Metodología

El curso se dividirá en diez sesiones principales, divididas en un primer segmento teórico y en un segundo más práctico, en el que habrá ocasión de presentar borradores, para al final someterlos a la lectura del grupo y publicarlos en un blog o plataforma digital.

   1)  En un pequeño texto de Dionisio de Halicarnaso, la Carta a Pompeyo Gémino (30 d. C), veremos cómo el ensayo se estructura en el método comparatista y en la crítica literaria.
   2) A partir de un importante texto de Georg Lukács, Esencia y forma del ensayo. Carta a Leo Popper (1911), nos preguntaremos por qué se identifica la Crítica con el género del Ensayo.
    3) Con base en una antología de pequeños ensayos de Alfonso Reyes, Comprensión de España en clave mexicana, exploraremos las corrientes modernistas, vanguardistas y contemporáneas.
    4) La lectura de pequeñas reseñas de José Carlos Mariátegui y de Beatriz Sarlo nos permitirá adquirir la agilidad para la práctica de este importante subgénero de la ensayística.
  5) A partir de la lectura de Borges, particularmente de Otras inquisiciones, practicaremos la facultad estética e imaginativa del ensayo. 
   6) Con base en algunos pasajes de Latinoamérica: las ciudades y las ideas, de José Luis Romero, practicaremos la dimensión creativa de la historiografía al combinarse con las técnicas ensayísticas. 
  7) A partir de la lectura de columnas de opinión política, especialmente de José Ortega y Gasset y Octavio Paz, practicaremos la capacidad de síntesis para este subgénero de la ensayística.
 8) Con base en los escritos de Rafael Gutiérrez Girardot, practicaremos la comprensión filosófica de teorías y fenómenos culturales. 
  10) A partir de la lectura de algunas aforismos o escoloios de Nicolás Gómez Dávila, practicaremos el ensayo testimonial y de acontecimientos culturales.
  11) Experimentación de aforismos ensayísticos en la modalidad de tweets y post en Facebook.


Programa

Miércoles, 5 de septiembre
1.       Teorías sobre el ensayo
1.1.          La crítica como creación
1.2.          La prosa de ideas
1.3.          Literatura y filosofía: la experiencia intelectual

Miércoles, 12 de septiembre
2.       Elementos básicos del ensayo
2.1.     Las referencias cultas
2.2.     La fusión de géneros
2.3.     Los recursos literarios

Miércoles, 19 de septiembre
3.       Corrientes ensayísticas modernas y contemporáneas
3.1.          El ensayo en el modernismo
3.2.          El ensayo en las vanguardias
3.3.          El ensayo posmoderno

Miércoles, 26 de septiembre
4.       El ensayo y la crítica literaria
4.1.         Comentario, reseña y opinión
4.2.         Edición y antología
4.3.         Artículo y monografía

Miércoles, 3 de octubre
5.       El ensayo-cuento: narrativo y poemático
5.1.          La ficción intelectual
5.2.          La imaginación erudita
5.3.          El poder evocador de las referencias literarias

Miércoles, 10 de octubre
6.       El ensayo y la escritura de la Historia
6.1.     La historiografía como obra de arte
6.2.     Manejo literario de la documentación
6.3.     El punto de vista del ensayista-historiador

Miércoles, 17 de octubre
7.       El ensayo y la escritura de la Política
7.1.          El arte de la columna de opinión
7.2.          Manejo literario de la filosofía política
7.3.          Literatura y poder

Miércoles, 24 de noviembre
8.       El ensayo y la difusión la Filosofía
8.1.          La transmisión estética del conocimiento
8.2.          La explicación narrativa
8.3.          El testimonio del trabajo de campo


Miércoles, 31 de octubre
9.       El ensayo y las formas breves de la ironía filosófica
9.1.     Aforismos y escolios
9.2.     Comentarios al margen
9.3.     Escribir filosofando

Miércoles, 7 de noviembre
10.    El ensayo y los medios digitales interactivos
10.1.      Las estructuras ensayísticas en soportes mediáticos nuevos
10.2.      Escribir para la interactividad
10.3.      El ensayista en un contexto colmado de creaciones independientes

Bibliografía sugerida


Borges, Jorge Luis (1997), Otras inquisiciones, Alianza, Madrid.

Gómez Dávila, Nicolás (2005), Escolios a un texto implícito: selección, Villegas editores, Bogotá.

Gutiérrez Girardot, Rafael (2004). Modernismo. Supuestos históricos y culturales. México: FCE.

Lukács, Georg (2015). Esencia y forma del ensayo, Sequitur, Madrid [lo distribuye Sexto piso].

Mariátegui, José Carlos (2012). Ensayos literarios, Mardulce, Buenos Aires.

Ortega y Gasset, José (2014). La rebelión de las masas y otros ensayos, Alianza, Madrid.

Paz, Octavio (2012). Tiempo nublado, Seix Barral, México.

Reyes, Alfonso (2014) Comprensión de España, ed. de Sebastián Pineda Buitrago, Casimiro, Madrid [lo distribuye Sexto Piso].

Romero, José Luis (2010). Latinoamérica: las ciudades y las ideas, Siglo XXI Editores, México.

Rossi, Alejandro (2007). Manual del distraído, Mondadori, Barcelona.

Sagan, Carl (2012), Cosmos, Planeta, Madrid.  

Sarlo, Beatriz (2012), Ficciones argentinas. 33 ensayos, Mardulce, Buenos Aires.

mayo 20, 2018

Diario del nacimiento de Sara-Sofía:




Anunciación: 19 de septiembre de 2017

Ella se anunció cimbrando el mundo. Terromotico, llegamos a pensar en llamarla. 
         Fue unas horas después del terremoto, cuyo epicentro tuvo lugar en Puebla donde Diana se encontraba y cuya fuerza Diana sintió como el sonido de una maquinaria roñosa que sacude todo lo frágil y pone a volar todos los pájaros de los árboles, cuando llegaron las pruebas del laboratorio. De inmediato, Diana me lo comunicó por WhatsApp: “Mi amor: salió positivo. Estoy embarazada”.

La vida sigue su marcha. Imparable.
        
También un 19 de septiembre, pero de 1985, la mamá de Diana –la pediatra Carmen– se enteró de que estaba embarazada de Diana. 
La fecha más probable de parto se calcula para el 23 de mayo, es decir, el mismo día en que Diana cumple años.

La noticia de que seré padre me ha tocado como una bendición después de semejante susto. El terremoto me ha agarrado en el campus de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México. Acababa de salir de una entrevista radial con colegas de allí –Joseba y Ángel Octavio– cuando, de repente, el suelo se volvió gelatinoso; salté al antejardín en busca del descampado, tal como habían indicado que lo hiciéramos durante el simulacro para protegernos de un probable derrumbe; pero seguía temblando y al fondo vi, reflejando el sol del mediodía, los ventanales de los edificios bancarios de Santa Fe como a punto de estallarse. Si el mundo se acaba, me dije, al menos quisiera saber cómo suena: y puse mi oreja contra el suelo para oír las placas tectónicas...
La ciudadela financiera de Santa Fe se volvió un caos. Tenía que volver esa misma noche a Puebla a como diera lugar para abrazar a Diana. Pero, por un lado, el centro de la Ciudad de México resultaba intransitable entre varios escombros y, por el otro, la salida a Puebla, por la Ignacio Zaragoza, había colapsado, según oía por la radio el relato de un periodista montado en un helicóptero que sobrevolaba el Valle de México, el saturado circo de montañas, la inmensa flor de piedra sacudida.
He sobrevivido, me dije una vez que me vi montado en el autobús con destino a Puebla. Lo había abordado, por suerte, en un estacionamiento contiguo a la Ibero en compañía de Fabiola, otra colega; el ágil conductor, a través del laberinto de callejuelas y viaductos de Santa Fe, logró salir al Circuito Exterior Mexiquense. Fue entonces cuando consulté el Facebook y, entre tantos mensajes solidarios de amigos en otros países, escribí en mi perfil: “Dios Todopoderoso y Eterno” en alusión a la noticia del embarazo más que a la del terremoto. Porque la vida sigue su marcha. Imparable.

Durante los 9 meses

Ya te puedo hablar de tú a tú. Te vamos a poner Sara Sofía (princesa en hebreo y sabiduría en griega): las dos universalidades por excelencia. 
Mamá, durante tu gestación, dio media vuelta al mundo. Si el 19 de septiembre te anunciaste (¡y de qué forma!), para el 1 de octubre ya estaba contigo en Berlín. La descomposición horaria –el jet lag que llaman– desencadenó en ella los síntomas del embarazo, los mareos y los vómitos. Menos mal sus amigas del apartamento compartido, Brenda y Liang, la auxiliaron, lo mismo que Johanna, Carolin y Julia en la universidad. Seguramente oíste contar a mamá, una y otra vez en español y en alemán, el relato del terremoto en México. Te la pasaste con ella consultando libros en la Biblioteca del Ibero-Amerikanisches Institut, cerca de Potsdamer Platz donde acaso probaste el sabor de algún chocolate, y en los salones de clase del Lateinamerika-Institut de la Freie Universität Berlin; te la pasaste montando en autobús de dos pisos o en metro subterráneo, del estudio a la casa y de la casa al estudio.
Yo las alcancé la tercera semana de diciembre, poco antes de Navidad. Hacía un frío polar, y a los pocos días despegamos de Berlín y volamos a Alicante. Aterrizamos de noche. Recuerdo, andando por la bahía de camino al hotel, que las constelaciones fulguraban. Fue cuando mamá sintió tus primeros movimientos. Al otro día en la mañana ella dictó, en la Facultad de Filosofía y Letras y con la presentación del Profesor Pedro Aullón de Haro, una conferencia sobre el modernismo y la relación entre España y México. A Pedro le hemos pedido ser tu padrino intelectual. Ya lo conocerás. 
Estamos, un día después, caminando relajadamente por la playa soleada; ventea una levísima brisa algo fría que riza o azulea mucho más el Mediterráneo. Un ascensor nos sube al Castillo de Santa Bárbara, construido encima del montículo o acantilado que rodea la bahía de Alicante.
         Una semana después, tras visitar dos ciudades aledañas, Cartagena y Murcia, viajamos a Granada en Andalucía. Las formas geométricas de la Alhambra, el goce con el agua entre aquellos antiguos arquitectos del desierto que no podían representar imágenes, ha encantado a mamá. Más adelante te volveremos a llevar para que lo presencies a viva luz. Aquella vez, de paso también por Granada se encontraba una profesora de la Universidad de Boston, Adela, quien nos ha invitado a subir a las Alpujarras de la Sierra Nevada con su esposo Boris. En carro, claro. Pero no fue lo mejor. A pesar de que comimos un guisado delicioso, ¡qué mareada nos pegamos zigzagueando por esas curvas! Tu mamá hasta vomitó. ¡Ya ves en qué buen lugar se ocultaron los moros reacios a la Conquista de la Reina Isabel en 1492!
Noche Buena la pasamos en el mejor lugar para entender su significado profundo: en la Catedral de Sevilla, una de las más grandes de España. Presenciamos allí misa en latín en la que, según alcancé a entender, el sacerdote indicó con nombres romanos y griegos y hebreos el preciso momento histórico en que, en un pesebre de Belén, nació un Niño. Nos acompañaban dos amigos colombianos, el historiador Santiago y la abogada Catalina, con quienes volvimos a encontrarnos en Madrid para pasar la Noche Vieja.
Días antes, el Día de los Santos Inocentes, un amigo de Puerto Llano nos invitó a almorzar en El Escorial. Es un castillo-catedral cuya arquitectura, si estoica y grisácea por fuera, por dentro está ahíta de pinturas y símbolos. Creo que terminé por marear a mamá, demorándola y retrasando la hora de comer mientras le señalaba, arriba en el techo de la Biblioteca Real, la representación de las Siete Muchachas o Artes Liberales: Gramática, Dialéctica y Retórica (el Trivium); Aritmética, Geometría, Astronomía y Música (el Cuadrivium). Me pregunto por cuál te inclinarás tú…
         A principios de febrero de 2018, contigo ya notable a juzgar por su panza, Mamá regresó a México.
Mira: no has nacido y ya has cruzado dos veces el Atlántico. Nacerás en el Nuevo Mundo, aunque me late que te has quedado con el horario del Viejo porque sueles despertarte a medianoche. Te ponemos una sinfonía, “En la gruta del rey de la montaña” de Edward Grieg, para que bailes un rato en la panza de mamá.

A finales de marzo, durante Semana Santa, nos visitó tu amorosa abuela Susana, en quien tendrás tremendo referente de inteligencia y profesionalismo y celeridad y agudeza y generosidad. Vino desde Colombia, donde está la otra mitad de tu familia, para colmarte de regalos en tu Baby Shower. 

El primer Baby Shower lo celebramos al sur de Ciudad de México en casa de nuestra amiga Vicky, por Fuentes Brotantes, y al que asistieron nuestros amigos de la gran capital; y otro en Cholula, con nuestros amigos de Puebla, en casa de Alejandro Lámbarry, cerca de la famosa Pirámide que, en 1519, Bernal Díaz del Castillo comparó con la Torre de Babel y desde donde, en 1820, el joven José María Heredia compuso el primer gran poema del romanticismo hispanoamericano, "En el Teocalli de Cholula".  


A los 9 meses: mayo, 2018.

Si vieras a Mamá: está toda panzona porque tú ya estás muy grande y te estás preparando para emerger a la luz. Y la luz está contenta de iluminarte y de ser refractada por ti. Y el aire de rozarte y el oxígeno de henchir tus pulmones...

Hemos decidido que nazcas en Celaya, Guanajuato, México. Verás. Tu abuelo, el Doctor Tomás, goza de mucho respeto entre el gremio médico de Celaya y nos ha recomendado con el Doctor de La Peña en cuyas manos, de dedos largos y finos como de pianista, hemos confiado para que delicadamente te saquen del vientre de mamá.

Dos días antes: 12 de mayo de 2018

Desde Puebla hoy he tomado, en la mañana, el Arco Norte rumbo a Celaya.  Por las recientes lluvias, que justamente coinciden con tu aparición, los campos lucen verdecidos. Los dos volcanes, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, están bañados de nieve como dos conos de vainilla. Veo a la vera de la carretera, bien peinados y arados y a veces hasta salpicados de pequeñas lagunas, tierras cultivadas. Es la época del año en que se aprovechan los campos mexicanos cuya agricultura­ –¿puedes creerlo? – apenas representa un 3.5% del PIB. Bueno. Son cosas que luego discutiremos. Lo cierto es que todo lo fertilizan y fructifican las lluvias de mayo, tu mes. Acelerando por el Arco Norte, pasando del estado de Puebla al de Tlaxcala y de éste al de Hidalgo se abre de repente, cruzando leves montículos, el valle de Tula cuyas refinerías al fondo aparecen como llamas olímpicas. El petróleo sí que se enseñorea en el PIB mexicano.
A las 3 de la tarde, hambriento y ansioso, llego por fin a casa de tu abuelo Tomás. Abrazo a mamá y, claro, te saludo a ti a través de su panza.

El día de tu nacimiento: 14 de mayo

9:30am:
Estoy en el hospital. No quise entrar al quirófano. Hubiera estorbado, no más. Estoy viendo por la ventana. Aguardo a que aparezcas en la sala de bebés, donde te vendrán a meter un ratito en la incubadora para que adquieras la temperatura ambiente.

10:00am:
 Tu abuela Carmen, que sí ha entrado al quirófano con celular en mano, me acaba de enviar una foto de ti, desnuda, recién nacida. Sonríes. Estás preciosa. Tienes un poco de cabello, de mechones, y los ojos, los ojos muy abiertos; te los adivino redondos y marrones. Creo que te he escuchado llorar. Eso está bien para ensayar tus pulmones. 

10:10am:
 De pronto apareces a través de la ventana en los brazos de tu abuela. Pongo la cámara. Disparo cuantas veces puedo. Me miras. Nos reconocemos. Claro. Ya nos conocíamos. Me dejan entrar. Te pongo sobre mis brazos y no paras de mirarme y sonreírme. Te digo, “Sarita, Sarita-Sofía, mi amor, ¿cómo estás?”. Y no lloras. Sino que echas un poco de saliva y juegas a hacer burbujitas. Le pido a tu abuela Carmen que mi quite los lentes y que me tome otra foto contigo. Te meten en la incubadora. Y allí, mientras todavía sonríes, te tomo otra foto. Me da la impresión de que tus ojos tienen una pupila redonda y azulada.

10:20am

Inmediatamente, a través de la red satelital, porque hasta los satélites de todo el mundo están atentos a tu nacimiento, envío una foto tuya, de tus ojos, a tus abuelos, Susana y Felipe, y a tus tíos, Tatiana y Santiago, y a tus tías abuelas, Silvia y María-Eugenia, hasta Medellín, Bogotá y Cali. 

11:00am:

Sigo aquí. Pendiente de ti. Tu abuela dice que ya no tardan en llevarte con mamá. Pero me angustio: lloras dentro de la incubadora pidiendo cariño y comida.


11:10am:

Mamá acaba de salir del quirófano. Le di un beso en la boca de felicidades y agradecimiento y de amor. Me ha pedido que me quede pendiente de ti a través de la ventana. Lloras. No paras de llorar. Tienes hambre.

12:00am:

Por fin, sin darte leche de borrego ni ponerte a beber de un biberón de plástico, una enfermera te lleva a la habitación adonde mamá. Vas escoltada por tu abuela y por mí. Beberás, por ahora, solo leche materna. Tu boca busca el pezón y por fin, tras algunos intentos, lo besa y lo agarra y lo succiona. Momento estelar. Y mientas mamas –en la milenaria costumbre de nuestra especie mamífera– me miras sonriente y tranquila. Madre Naturaleza. Señora. Diosa. Dios. ¡Cómo os agradezco!