Los estudiantes de letras hace unos cuantos siglos se
separaron de los monjes, pero asisten todavía a seminarios en academias “conventuales”.
No es raro que muchos tengan alma de teólogos.
“[…] la experiencia vital e histórica que
ha sido configurada en las obras literarias y la de transmitir esa experiencia a
la sociedad y a las generaciones posteriores. Esta renuncia corre paralela con
la renuncia a la historia que fue consecuencia de la mala conciencia que sobrecogió a Europa tras la Segunda Guerra
Mundial […] para borrar su responsabilidad del Holocausto, los culpables
políticos destruyeron toda pretensión de visión total, es decir, de exigencia
de la comprensión y el análisis […] y tal renuncia al contexto convierte la
vida política y social en una convivencia de conformistas, de autómatas
consumidores, en especialistas sin
espíritu, hedonistas sin corazón”. (p. 131).
Así me siento después de mis
seminarios. Pero en fin. “Hay que conocerse en el enemigo”, por usar otra frase
de Nietzsche.
[1] Citado por Rafael
Gutiérrez Girardot, Nietzsche y la
filología clásica. La poesía de Nietzsche, Panamericana, Bogotá,
2000, p. 47.