Páginas

Buscar

agosto 30, 2020

Los signos de nuestra época en «Gravity's Rainbow» de Thomas Pynchon




Quien quiera saber de nuestra época pandémica y dependiente de enchufes eléctricos, de alimentos enlatados, de tubos que conducen el agua y tubos que transmiten voces y rostros en una pantalla  y desde luego del petróleo (industrias automotrices, aeronáuticas y del plástico hasta para fabricar biberones y «mangueras de jardín que alimentan eternamente el desierto»),
 de una época dependiente de coordinaciones y repeticiones anclada a una máquina de inteligencia artificial, que lea Gravity's Rainbow (1973) de Thomas Pynchon (Nueva York, 1937). 

La amistad germano-estadounidense en tanto transferencia de tecnología permitió la cinta magnetofónica, el cine a color, la frecuencia modulado (FM), el radar, la frecuencia ultra-alta (UHF) y la computadora del matemático británico Allan Turing, el que decodificó el código secreto de los nazis. Tal es lo que se propone narrar - Dios sólo se desacraliza narrando, dice la Cábala - Thomas Pynchon.  

Pynchon es considerado el representante del posmodernismo (o de la post-vanguardia literaria, el heredero angloamericano de James Joyce), aunque también para Régine Rosenthal hay mucho en Gravity's Rainbow de la novela picaresca española. Pues, en lugar de evadirse hacia escenografías fabulescas o sentimentales, Pynchon se mete en la aplastante realidad de la técnica militar mediante la invención de un espía estadounidenses,  Tyrone Slothrop, que se infiltra en el Tercer Reich en plan de averiguar el origen de los cohetes-bombas V2. Pero lo que descubre, como veremos, es también una coincidencia tremenda entre Lectura y Paranoia.

Con más de 300 personajes y 900 páginas, Gravity's Rainbow trata de las implicaciones filosóficas y políticas de la fabricación y aplicación técnico-militar del cohete V2, el primer cohete de combustible líquido: el cohete que ha permitido abandonar el planeta Tierra y conquistar el espacio exterior con multitud de satélites.  El cohete V2 lo inventó el científico alemán Wernher von Braun en la década de 1930, durante el nazismo. Entre el 8 de septiembre de 1944 y el 27 de marzo de 1945, los cohetes V2 diseñados por von Braun describían una órbita a la manera de un arcoíris mientras cruzaban el Canal de la Mancha hasta impactar en Londres, en puntos precisos, exactos. El 3 de octubre de 1942 Wernher von Braun [1] disparó el primer V2 desde una base militar situada entre Polonia y Alemania, en las playas de Peenemündedonde el río Oder desemboca al mar. 




El cohete V2 saliendo hacia Lonres


 "Imagine a missile one hears approaching only after it explodes. A piece if time snipped out..., a few feet of film run backwards" (Imaginemos un misil al que oímos aproximarse solo después de su estallido. Se trata de una inversión. Un fragmento de tiempo limpiamente suprimido de un limpio tijeretazo…, unos metros de película que retroceden…]". 

Los cohetes V2 se fabricaron inicialmente con Immipolex, un tipo de plástico producido por la la compañía química alemana IG Farben. La IG Farben fue la típica fusión del capitalismo monopolista, «fascista», sometida al control del poder militar, policial, legal y de propaganda de Estado; un monopolio que en Alemania fue apoyado por la élite del Yunker

Básicamente, Pynchon demuestra que las guerras mundiales no fueron provocadas por cuestiones políticas («la política es el opio del pueblo», lo que lo mantiene distraído), sino por las necesidades de distribución y prioridad entre las diversas tecnologías. Hacia 1939 los Estados Unidos y el Reino Unido advirtieron su retraso armamentístico con respecto a Alemania. Según Friedrich Kittler, las 10 divisiones de tanques del ejército alemán se movilizaban operativamente y con un control a distancia por medio de las ondas ultracortas. Estas ondas, que se propagan en línea recta y rebotan a distintas alturas (cuanto más alta la frecuencia a mayor altura) de la ionosfera, alcanzan puntos lejanos e incluso le dan la vuelta al planeta. Cuando en 1945 los aliados entraron a la Alemania nazi dejaron, según Pynchon, toda la infraestructura intacta. "Capturaron" desde luego a Wernher von Braun, a quien de inmediato se llevaron al otro lado del Atlántico para trabajar en la NASA. Wernher von Braun, según dijo después, se entregó sin inconveniente al ejército estadounidense, sorprendido de aquel pueblo próspero que leía la Biblia.  

 Cuando el protagonista de Gravity's RainbowTyrone Slothrop, es infiltrado en el Tercer Reich, descubre que su infancia estuvo relacionada con la transferencia de tecnología entre Alemania y Estados Unidos, entre la Standard Oil de Rockefeller y la compañía química alemana IG Farben. De niño, su padre lo sometió al profesor Laszlo Jamf, un experto en psicología conductista (behaviourism). El «pofesor Jamf» lo tuvo como conejillo de indias para vestir un atuendo de plástico, el Immipolex, fabricado por el consorcio germano estadounidense, cuyos componentes químicos hacían que el adolescente Slothrop tuviera una erección. De modo que si parte del material de los cohetes V2 está hecho también del mismo plástico de los calzoncillos de Slothrop, hay una casualidad en el mapa erótico-romanesco del espía estadounidense y del mapa de Londres donde caen los V2. Es decir: antes de su impacto, durante su trayectoria a la manera de un arcoíris, los cohetes V2 producen una erección en el espía estadounidense. ¿Una erección? (...a hardon?).  "There is in his history [historial], and likely, God help him, in his dossier [expediente], a peculiar sensitivy to what is revealed in the sky". 

En este sentido, el protagonista de Gravity's Rainbow, Tyrone Slothrop, es también un pícaro posmoderno que denuncia cómo Londres se ha convertido en hervidero de servicios secretos, de guerra psicológica y de conductistas (Behaviorist) que despliegan salas de cine para entretener a sus víctimas. Los pavlovianos son los peores. El ruso Ivan Petrovich Pavlov, el del «reflejo condicionado» se basó en la salivación de los perros (ofrecerles un hueso mediante el sonido de una campanilla), para el «debilitamiento de las ideas de los contrarios», para la fabricación de poblaciones «moralmente imbéciles». ¿No son las drogas alucinógenas - la «guerra contra las drogas» - el legado de la contracultura de la Posguerra? ¿Por qué sistemas académicos se regodean y se sacian de asumir la visión de los vencidos, esto es, la invención de identidades subjetivas de todo tipo dependientes sin embargo de una gran máquina de inteligencia artificial que diluye sexos, comunidades identitarias, etc.? Hay que indignarse contra el adiestramiento en la inocencia, es decir, con la creencia de que la ficción literaria es algo aparte de la vida real. 

El gran aporte de Gravity's Rainbow es la coincidencia tremenda entre Lectura y Paranoia. Pues la invención del sujeto individual (del ciudadano con documento de identidad) depende de los expedientes. Por cada país, aduana, gobierno, institución o departamento de impuestos por el que hayamos pasado, hay una carpeta con nuestro expediente (con nuestra fotografía, huella dactilar, nuestro iris y hasta con nuestro tipo de sangre; pronto, también, con nuestra temperatura corporal).

Gravity's Rainbow está construida sobre documentos históricos exactos. Esto quiere decir que la realidad histórica es mucho más rica que cualquier ficción. Aún más: que la labor del historiador, la de «recoger y aprovechar datos», es también la del gran novelista. Hoy que se habla de la «banda ancha» hay que pensarla también en el plano personal. Pues la riqueza personal depende de cuánta noción tienes de tu pasado y de tu historia. Cuánto más vives en el pasado y cuánto más imaginas el futuro, cuánto más lees, mayor es la anchura de tu banda, más sólida tu persona, mayores datos podrás procesar. 


Hay que leer los signos de nuestra época bajo la forma de una novela. Pues leyendo Gravity's Rainbow de Pynchon, uno comienza a sospechar si el Covid19 (sin negar la muerte masiva que produce semejante virus) no sirve de espectáculo para ocultar los verdaderos movimientos de una guerra: crisis de distribución y prioridad entre diversas tecnologías: ¿habrá un paulatino fin del petróleo y en consecuencia del plástico, de la gasolina, del transporte con combustibles fósiles? Big Data is the New Oil. ¿Adiós al petróleo y al cash? ¿Teletransportación, dinero electrónico? 

Hay que preguntarse si las grandes compañías de tecnología, para «evitar» la propagación del virus, no han reforzado la alianza industrial del New Screen Deal. Pues, para las grandes élites económicas, ha sido  fácil haber tomado la tremenda decisión del trabajo remoto, de la educación a distancia mediante el uso de laptops, celulares, Iphones, Ipads, computadores de escritorio, etc., licencias de Zoom, Teams, Google Meats, etc. ¿Supone el New Screen Deal el fin del desplazamiento mecánico o motorizado de casa-trabajo-universidad y consecuentemente el fin de los combustibles fósiles, si todo a ello se añade el cierre de aeropuertos y vuelos civiles internacionales? 

¿Todo será más limpio por la pantalla? Hay que tener cuidado. Los asiduos a la pantallas son también víctimas de una técnica semiótica que simula un contexto de vida, cuando en realidad detrás de las pantallas solamente hay fotos y flashes (Friedrich Kittler). Desde la masificación de la televisión, la humanidad parece haberse acostumbrado a su ración diaria de ilusiones ópticas (flashes y fotos). Pero en las fotos de una mujer desnuda (porno) lo que hay es un icono, mientras que en la palabra «mujer», en cambio, hay el nombre de esa «mujer». Una «palabra» en tanto «nombra» una realidad concreta dice mucho más cosas que una imagen, porque también es imagen.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario