febrero 03, 2010

IDOLA FORI

Inspirado por Los motivos de Proteo (1909) del uruguayo José Enrique Rodó, en 1907 el colombiano Carlos Arturo Torres publicó Idola Fori.
Este ensayo debería estudiarse tanto como un compendio del proceso republicano de Colombia así como una síntesis de las ideas del siglo XIX en Occidente. Carlos Arturo Torres lo escribió después de la Guerra de los Mil Días, un guerra parroquial a principios de siglo XX. Uno de los conflictos de mayor significación para la humanidad, según Torres, reposa en la guerra entre Julio César y Marco Bruto: en la monarquía contra la república. Citando a Bernard Shaw, el ensayista colombiano nos advierte: “son igualmente idólatras el que mata a un rey como el que muere por un rey”. Esta idolatría se alimenta de las supersticiones y los fanatismos:   

“Hay el fanatismo de la religión y el fanatismo de la irreligión; la superstición de la fe y la superstición de la razón; la idolatría de la tradición y la idolatría de la ciencia; la intransigencia de lo antiguo y la intransigencia de los nuevo; el despotismo teológico y el despotismo racionalista; la incomprensión liberal y la incomprensión conservadora”. (Idola Fori, Cáp. VIII).

A las ideas, sostiene Torres, hay que aplicarles el mismo método de las ciencias físicas y químicas: el del relativismo, pues ellas viven en permanente transformación. Siguiendo a Pascal, cifra en el pensamiento la medida de todas las cosas, para no caer en los dogmas. Y aquí comienza la gran tesis del pensador colombiano.

Llama “supersticiones democráticas”  a aquellas en las cuales impera el dictado delirante de la pasión, tanto, que hasta puede erguirse un tirano democrático: “Cuanto más larga y más intensa es la precedente convulsión anárquica, más inexorable es la personalidad del César democrático que la sucede y que la enfrena”. (Idola Fori, Cáp. II). Entre las “supersticiones aristocráticas” señala la del Libertador Bolívar, divinizado por su valor militar en todos los pueblos bolivarianos. Nos pide, pues, mantener siempre encendidas las lámparas de la historia, para comparar conceptos, aclarar juicios; para no olvidar que vivimos en perpetua renovación.

Su gran mensaje consiste en huir de la soberbia intelectual y acercarnos mejor a la tolerancia. Porque un espíritu que se rectifica no se aniquila, sino que se perfecciona. José Enrique Rodó, quien prologó la primera edición de Idola Fori, celebró que el autor comprendiera sus Motivos de Proteo, esto es, que todo está transformándose. Al igual que Rodó, Torres también escribió para la juventud de todos los tiempos, acercándose a una oratoria sagrada. “Que levante cada ola su rumor”, es su mensaje último. Parecida a la imagen que Rubén Darío forja en su poema “El coloquio de los centauros”:

hay un alma en cada una de las gotas del mar.


El pensamiento de Torres no es sólo modernista, sino también, y acaso por ello, poético, panteísta.  Ante los tiempos que corren, debemos tener Idola Fori debajo del brazo. Equilibra nuestro espíritu.



CAPÍTULO I
LOS IDOLOS DEL FORO


Por Carlos Arturo Torres

Bien es sabido que Bacon llama Ídolos del Foro" (idola fori) aquellas fórmulas o ideas - verdaderas supersticiones políticas - que continúan imperando en el espíritu después de que una crítica racional ha demostrado su falsedad. Un concepto que pudo ser verdadero en su época y que por eso se afirmó vigorosamente en la conciencia humana, perdura, con letal fuerza catalíptica, con acción de presencia superior a las demoliciones del tiempo y la imposición rectificadora de nuevas ideas, cuando ya han variado por modo definitivo las perspectivas que lo hicieron posible y desaparecido las circunstancias que lo impusieron como necesario y legítimo. La verdad de ayer se convierte por tal modo en la preconcepción perturbadora de hoy; el principio vivificante y fecundo degenera en una suerte de lóbrega prisión de la mente, y el fantasma de una verdad que se extinguió, convertido ya en error dañoso por lo inoportuno o excesivo del culto que se le consagra, entenebrece, en los niveles inferiores, el horizonte de la inteligencia y de la razón como las sombras de la noche cubren aún los valles profundos cuando ya la cresta de la montaña arde en luz al beso del amanecer.
El culto de las divinidades desaparecidas que reclaman aún para su ara todas las víctimas de los sacrificios antiguos, es en sí misma un elemento de error y un principio de muerte. Tal agitación del espíritu en el vacío, tal persistencia de dislocadas orientaciones, semejante a la persistencia de imágenes en la retina que nos hace ver una línea donde hay sólo un punto, y una esfera en donde existe sólo una línea, constituye una peligrosa ilusión de óptica moral, y nos engaña con las seducciones del miraje allí donde reina la soledad del desierto o el horror del abismo. Cuando se medita en el perturbado desarrollo histórico de nuestros pueblos se advierte que el fanatismo de los nombres es una de las formas de extravío de criterio que mayores males ha causado en las democracias hispanoamericanas; el poder de las palabras, que tanto inquietaba a Bacon, ha sido en ocasiones más terrible que la potencia de las tinieblas con que nos aterra Tolstoi, el grande. A abstracciones que no corresponden a la concresión de una realidad categórica, a intangibles fantasmas de la plaza pública se han ofrendado más lágrimas y sangre que a las divinidades crueles del politeísmo oriental. La sugestión de una palabra sonora, el prestigio de una fórmula incomprendida, la brillantez de los colores de una bandera, la idolatría de una tradición ciegamente aceptada, todas las formas primitivas de esa gran ley de imitación que estudia admirablemente Tarde, han llevado a hombres y partidos, plenos de entusiasmo generoso, pero desatentado, a la inmolación estéril, al sacrificio colectivo y al aniquilamiento nacional en el sangriento histerismo de nuestras revoluciones.

diciembre 28, 2009

LOS MEJORES LIBROS LEÍDOS EN EL 2009

Muchos, toda vez que se termina un año, elaboran listas de lo mejor. Se rigen por lo más popular o ruidoso. Yo, en cambio, prefiero hablar de los libros que he leído durante el 2009 sin importarme si están o no a la moda. Me opongo a elaborar una lista de comentarios sobre libros que nunca abrí o sobre música que nunca escuché. No nos acostumbremos a los comentarios enlatados. Resistámonos a caer en ese juego parasitario o, como diría George Steiner, en esa "chatarra de altura". No renunciemos a ningún objeto de belleza - sea de este año o de otros pasados - engendrador de eternos goces. Me atrevo a confesar mis buenas lecturas para que los lectores también lo hagan. Así, con el tiempo, iremos elaborando una auténtica biblioteca personal.

NOVELAS

ORHAM PAMUCK. "ME LLAMO ROJO"

Alá quiso que Orhan Pamuck escribiera esta novela para mostrar al que sepa verlo que el mundo es pura alegría si se sigue el talento y se impulsa con el amor por el trabajo. No importa que, como sucedía en la Turquía del siglo dieciséis, los pintores y artistas deban esconderse porque el régimen musulmán ha prohibido imágenes y pinturas en los templos de Estambul. Me llamo rojo también es una novela de amor. Las mujeres adquieren una voz inusitada. “Lo malo no es envejecer, volverse fea, ni siquiera quedarse pobre y sin marido – dice una de ellas –: lo malo es que nadie te envidie”.


JOHN LE CARRÉ. "EL HOMBRE MÁS BUSCADO"


Maestro del espionaje, John Le Carré ha sido uno de los novelistas ingleses más leídos de los últimos años. Ha sido también uno de los grandes críticos contra las “razones de Estado” para combatir al terrorismo. Su última novela se titula El hombre más buscado (The most wanted man), y habla de cómo, en el delirio paranoico post septiembre 11 del 2001, agencias de seguridad convierten en terrorista a Issa, un muchacho musulmán que acaba de llegar a Hamburgo en busca de su madre chechena. Como desde Hamburgo se planeó el atentado a las torres de Nueva York, cualquiera que no pertenezca al eje occidental resulta sospechoso y, al menor descuido, es convertido en chivo expiatorio.

ROBERTO BOLAÑO. "NOCTURNO DE CHILE"

Redactada a la manera del nocturno musical, propia composición para la divagación sin restricciones formales ni semánticas y donde se admiten toda clase de aflojamientos sintácticos, la lectura de Nocturno de Chile es una experiencia de las inmensas posibilidades del arte de narrar. En 150 páginas, Bolaño ridiculiza al mismísimo Pinochet al presentarlo como un afable militar, sereno, sosegado y hasta interesado en el arte y en el ¡marxismo! De paso, su protagonista visita a Neruda en Isla Negra y sueña algún día en convertirse en un gran crítico literario.

"NOVELAS EJEMPLARES". MIGUEL DE CERVANTES

Me da pena decirlo, pero hasta este año comencé a leer estas novelas que no son sólo ejemplares, sino escandalosas, atrevidas, perturbadoras, inauditas y sobre todo paradójicas, porque Cervantes relativizó para siempre el mundo: lo que pensamos es muy distinto de lo que realmente somos. Anteriores y preludios de El Quijote son estas pequeñas novelas como “El licenciado vidriera”, “La ilustre fregona”, “La española inglesa”, entre otras, que ya empiezan a mostrar ese otro lado inusitado de la realidad, esa otra cara de la luna que nos negamos a ver. Además, al leer a Cervantes nos sentimos como una plantica que recibe abono y agua fresca en el desértico y acomplejado lenguaje de nuestro tiempo.

ENSAYO

ALEJANDRO ROSSI. "MANUAL DEL DISTRAÍDO"

Si este enigmático escritor no hubiera muerto este año en México, momento en el que se le rindieron varios homenajes, a lo mejor aún no lo hubiera leído. Toda lectura está llena de paradojas y obedece a circunstancias a ratos difíciles de admitir. Pero después de conocer su Manual del distraído, una colección de piezas breves a caballo entre el ensayo y la narrativa, he quedado maravillado y lo releo cada vez que puedo. Octavio Paz dijo que en su prosa nítida se combinan a la perfección la claridad y el misterio, la divagación y la total lucidez.

DOS ENSAYOS SOBRE LA EDUCACIÓN". MONTAIGNE

Traducidos con mucha claridad por Jorge Orlando Melo, estos ensayos de Montaigne poseen una modernidad impresionante. Parecen hablarnos al oído al criticar al pedante que todos llevamos dentro. “No trabajamos sino para llenar la memoria y dejamos el entendimiento y la conciencia vacías. Estudiamos con el único fin de presumir”. Tantos colegios y universidades y nadie se entiende a si misma ni entiende a los demás. Es mejor no entregarnos demasiado a los libros, aconseja Montaigne, si eso nos hace ineptos en el trato social y nos apartan de mejores ocupaciones. Impresionante librito. Muy recomendable.

Poesía

JOSÉ EMILIO PACHECO. "ALBUM DE ZOOLOGÍA"

Uno de las características de José Emilio Pacheco, galardono este año con los premios de poesía Reina Sofía y Cervantes, es su amor a los animales. De hecho, puede considerarse el gran fabulista de nuestro tiempo. Ello se hace evidente en este Álbum de zoología ilustrado por el pintor mexicano Francisco Toledo. Pone a hablar a un pobre cerdito, miedoso de ser comido por estos días: “Y pensar que para esto me cebaron: qué marranos, qué cerdos, qué cochinos”. O al elefante: “observa mi estructura casi de templo”. Llama a las ballenas “icebergs de carne y hueso”, a los gallinazos “brigadas de reciclaje”, y dice de las arañas que lo que para nosotros es polvo y tinieblas para ellas es un “jardín radiante”.

septiembre 11, 2009

PARÁBOLA DE LA FLOR REPARADORA


I


EXORCISMO DEL ESPECTRO
(pequeño poema en prosa nerviosa)


Como no sabía de los estragos del invierno, una vana sombra usurpó mi tranquilidad y me transformó en el espectro del azul de ayer. ¿Qué vienes a buscar de nuevo – me dijo vagando por París – si ya el sol no alumbra sino que borra las cosas y afantasma el aire donde flotan esas cien torres? Si no hallaste el bien que apetecías, pues bienvenido al regreso; acéptame tu derrota; vuelca la arena de mi copa curva y úntame un gajito por los bordes de mi piel anaranjada, y sírvelo añejo, y ahógate, arrójate, extravíate otra vez en mí...

Y me estrujaba por los puentes (yo juro que abajo el Sena, verde y helado, bramaba con mucha más tranquilidad que yo) una y otra vez, del boulevard Sebastopol al pisoteado demonio de la fuente de Saint Michel, pasando la Isla de la Cité donde las agujas góticas del Palacio de Justicia me herían como a las nubes moradas. Y cuando nos citábamos en el apartamento, yo temblaba y castañeaba del miedo y del frío de estar hablando y teniendo sexo con una muerta. Afuera París me era escarcha, páramo. Claro. El espectro usó de mí para pensar, articular necias palabras y volverme lascivo y agresivo en las calles heladas. Fui su autómata, fui su dócil instrumento: mis reflejos, mis palabras fueron eco sumiso ¡Ése no era yo! ¡Ése que robó mi nombre no era yo! ¡Me esclavicé y me engañé!

II


Hasta que, sin darme cuenta, o a lo mejor voluntaria y reflexivamente, se encendió otra vez en mi cerebro el sentido de una bella parábola de Proteo, el dios cambiante, ondulante, marítimo, que nos enseña a no ser siempre los mismos.



PARÁBOLA DE LA FLOR REPARADORA


Por José E. Rodó (tomado de Motivos de Proteo - VIII - IV)


Jugaba el niño, en el jardín de la casa, con una copa de cristal que, en el límpido ambiente de la tarde, un rayo de sol tornasolaba como un prisma. Manteniéndola, no muy firme, en una mano, traía en la otra un junco con el que golpeaba acompasadamente en la copa. Después de cada toque, inclinando la graciosa cabeza, quedaba atento, mientras las ondas sonoras, como nacidas de vibrante trino de pájaro, se desprendían del herido cristal y agonizaban suavemente en los aires. Prolongó así su improvisada música hasta que, en un arranque de volubilidad, cambió el motivo de su juego: se inclinó a tierra, recogió en el hueco de ambas manos la arena limpia del sendero, y la fue vertiendo en la copa hasta llenarla. Terminada esta obra, alisó, por primor, la arena desigual de los bordes. No pasó mucho tiempo sin que quisiera volver a arrancar al cristal, su fresca resonancia; pero el cristal, enmudecido, como si hubiera emigrado un alma de su diáfano seno, no respondía más que con un ruido de seca percusión al golpe del junco. El artista tuvo un gesto de enojo para el fracaso de su lira. Hubo de verter una lágrima, mas la dejó en suspenso. Miró, como indeciso, a su alrededor; sus ojos húmedos se detuvieron en una flor muy blanca y pomposa, que a la orilla de un cantero cercano, meciéndose en la rama que más se adelantaba, parecía rehuir la compañía de las hojas, en espera de una mano atrevida. El niño se dirigió, sonriendo, a la flor; pugnó por alcanzar hasta ella; y aprisionándola, con la complicidad del viento que hizo abatirse por un instante la rama, cuando la hubo hecho suya la colocó graciosamente en la copa de cristal, vuelta en ufano búcaro, asegurando el tallo endeble merced a la misma arena que había sofocado el alma musical de la copa. Orgulloso de su desquite, levantó, cuan alto pudo, la flor entronizada, y la paseó, como en triunfo, por entre la muchedumbre de las flores.


Sentido de esta parábola


-¡Sabia, candorosa filosofía! -pensé. Del fracaso cruel no recibe desaliento que dure, ni se obstina en volver al goce que perdió; sino que de las mismas condiciones que determinaron el fracaso, toma la ocasión de nuevo juego, de nueva idealidad, de nueva belleza... ¿No hay aquí un polo de sabiduría para la acción? ¡Ah, si en el transcurso de la vida todos imitáramos al niño! ¡Si ante los límites que pone sucesivamente la fatalidad a nuestros propósitos, nuestras esperanzas y nuestros sueños, hiciéramos todos como él!... El ejemplo del niño dice que no debemos empeñarnos en arrancar sonidos de la copa con que nos embelesamos un día, si la naturaleza de las cosas quiere que enmudezca. Y dice luego que es necesario buscar, en derredor de donde entonces estemos, una reparadora flor; una flor que poner sobre la arena por quien el cristal se tornó mudo... No rompamos torpemente la copa contra las piedras del camino, sólo porque haya dejado de sonar. Tal vez la flor reparadora existe. Tal vez está allí cerca... Esto declara la parábola del niño; y toda filosofía viril, viril por el espíritu que la anime, confirmará su enseñanza fecunda.