En 1637 Descartes formuló en su Discurso del
método que la duda no era simplemente una actitud mental, sino una forma de
conocimiento. Los más informados no se dejaron engañar. Lo que ese método
anunciaba, según Marc Bloch, era el de una metodología crítica de aplicación
universal[1].
En adelante, en el ámbito de la filología bíblica, simultáneamente aparecieron
varios tratados que utilizaron la «crítica» para designar una prueba de
veracidad.
El primero acaso sea el Crítica sacra (1650), de Louis
Cappel, seguido de los cuatro tratados de Richard Simon, Histoire critique
du Vieux Testament (París, 1678), Histoire critique du texte du Nouveau
Testament (Róterdam, 1689), Histoire critique des versions du Nouveau
Testament (Róterdam, 1690) e Histoire critique des principaux
commentaires du Nouveau Testament (Róterdam, 1693) [2].
La crítica como prueba de veracidad a partir de la consulta de documentos y
archivos adquirió en Baruch Spinoza, con la publicación de su Tratado
teológico-político (1679),
una filología radical. Spinoza observó que, si la lengua hebrea no tiene
vocales ni ningún signo para separar las frases y pronunciar las palabras, las
versiones en griego y en latín del Viejo y Nuevo Testamento suponen no sólo un
añadido y una perversión del mensaje original, sino la autoridad absoluta del
lector para convertiste en crítico, para comentar, juzgar y explicar la
religión a su gusto. Spinoza dedujo que las palabras pueden ser la causa de errores múltiples, a menos que nos pongamos vigorosamente en guardia contra ellas[3].
Spinoza inauguró entonces el comienzo de toda
crítica como una crítica de la
religión. De la
“sinagoga vacía” de Spinoza a mediados del siglo
XVII sólo hay
un paso a las logias masónicas del
siglo XVIII.
[1] M. Bloch, Apología de la historia o el oficio de historiador [1949], trad. de M. Jiménez y D. Zaslavski, México, FCE, 2014, p. 135.
[2] M. Bloch, op. cit. p. 133. Cf. también Cf. D. Lane Patey, “The Institution of Criticism in the Eighteenth Century”, en H. B. Nisbet y C. Rawson (eds.), The Cambridge History of Literary Criticism, Vol. IV, The Eighteenth Century, Londres, Cambridge U. P., 2005, pp. 114 y ss.
[3] Cf. G. Albiac, La sinagoga vacía, Madrid, Tecnos, 2013, p. 5 y ss.
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