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noviembre 03, 2014

La matanza de los intelectuales


La ola de marchas estudiantiles por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa me recuerda el caso Dreyfus. El gigantesco error judicial contra el capitán judío Alfred Dreyfus que llevó a los intelectuales franceses a imponerse como fuerza autónoma, al margen de las instituciones. J’accuse…! (Yo acuso), dijo Émile Zola el 13 de enero de 1898. Y acusó al Estado francés de cruel y antisemita al condenar, sólo por ser judío, al capitán Dreyfus de alta traición y desterrarlo a cadena perpetua en la isla del Diablo sin seguirle el debido proceso, sin reconocer su inocencia.

La idea del “intelectual comprometido”, del “compromiso de los intelectuales”, nació del caso Dreyfus. Intelectuales, estudiantes, profesores, artistas replicaron y protestaron contra esa gran injusticia. Aparecieron como nuevos soldados de la indignación, y abandonaron sus ocupaciones habituales para marchar, para protestar.

Para 1914 –hace 100 años– los intelectuales franceses constituían otra gran fuerza de opinión que a su modo funcionaba como un ejército, y hasta los estudiantes más indiferentes a la política  marcharon al frente de la Gran Guerra contra el expansionismo de Alemania. Hacia noviembre de 1914 –hace exactamente cien años– más de la mitad de la promoción de 1913 de la École Normale Supérieure, por ejemplo,  fue abatida. Murió en las trincheras cumpliendo con el deber de universitarios patrióticos y comprometidos. Gente inteligentísima se sacrificó. Hasta Apollinaire, el gran Apollinaire, a quien sus amigos lo tuvieron como clasificador de información –censurando cualquier presencia alemana en la prensa francesa– cayó en el frente. Los intelectuales que estaban demasiado viejos para portar ametralladoras y embarrarse en las trincheras, como André Gide y Henri Bergson, viajaron por el resto del mundo en misión de propaganda francófilaaliadófila.
 …
 Sabía poco de estas cosas hasta leer, recientemente, el dossier La Gran Guerra de los intelectuales: España en Europa, de la revista Ayer (91/2013), ed. de Maximiliano Fuentes Cordera, Madrid, 2013. La historia intelectual –la historia en sí– es mucho más interesante que cualquier teoría.
Los teóricos patean la realidad como una lata vacía toda vez que ésta no se adapta a sus teorías.
Los Estados Unidos Mexicanos son potentes y grandes. Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor que pasa por las vértebras enormes de los Andes.
El crimen contra esos estudiantes es tan horrible que la protesta de una nación no basta y es necesario invocar a la humanidad.

La ola de desaparecidos y asesinatos no sólo pasa en México. ¿Qué protesta mundial hay por los miles de desaparecidos en San Pedro Sula, en Honduras, la ciudad más peligrosa del mundo?. [Ver Murder capitals of the world]

Pobre Honduras, si solo esperamos que protesten los hondureños.

El nacionalismo es un monstruo corruptor. Su lema común es cada uno en su casa, mientras el Diablo, la violencia, campea en las calles. 

Lo que no entiende el vanidoso y patriotero es que de la suerte de otros países tan pequeños como Honduras, México, Estados Unidos, Colombia y hatasa Alemania y la China son responsables. Aun más: tú y yo somos responsable. Nuestro deber ni nuestro derecho se terminan en las fronteras de tu Estado, en el contorno de nuestra individualidad.

Protestas contra el gobierno de México. Vale. ¿Protestas contra el de Honduras, contra el de Venezuela, contra el de Colombia…? Mi protesta es por la constitución de una sociedad sin naciones. Por una política de autoridad sin nacionalismo.
Cuidémonos de caer en e feroz oportunismo político.
 
 

octubre 28, 2014

Entre-Espacios en Berlín: Manfred von Richthofen Strassen, Platz der Luftbrücke y Tempelhof

Llegada a Berlín (31 de agosto de 2014)


El aeropuerto Tegel es vetusto. Algo tiene de soviético. 


El río Spree, al mirarlo desde el primer puente, parece un estanque, un canal detenido y sin corriente. 


Abajo, en el metro subterráneo, un afanado viajero de ojos orientales manipula la pantalla de tiquetes para comprar un boleto. Se monta en el primer tren. Encuentra silla. Se va sentado. Se ve cansado. Ha de haber soportado, como nosotros, 12 horas de vuelo. Él desde Tokio. Nosotros desde México. Ambos desde los dos extremos del mundo. 


Del metro subterráneo, subiendo algunos escalones, aparece El cielo sobre Berlín («Dier Himmel über Berlin»), sobre la Platz der Luftbrücke. Al girar un poco a la izquierda aparece ahora Manfred-von-Richthofen-Strasse.


Manfred von Richthofen fue un famoso piloto de la Primera Guerra Mundial. Piloteó uno de esos primeros aviones biplanos, llamado Albatros, y tan sólo en abril de 1917, según Wikipedia, consiguió derribar 151 aviones británicos.



Vivimos en la calle de un piloto de la Primera Guerra Mundial. De un pájaro de acero que perseguía a otros pájaros de acero con banderitas de distintos países. Los pilotos fueron motivo, durante aquella Gran Guerra, de loas y poemas sublimes. El mexicano Alfonso Reyes le compuso un poema en prosa al piloto francés Georges Guynemer, un poema de corte futurista. Era la época de una «estética fascista» (Benjamin) en que el arte y la poesía cantaban y celebraban la destrucción del esplendor tecnológico. De Manfred von Richtofen, Alfonso Reyes hubiera también podido decir: «Maniobraba entre el humo que lo envolvía, entre el trueno de disparos de sus enemigos, escapando con el ruido de su motor y el de las aspas de las hélices...».  


La calle de Manfred von Richtofen–nuestra calle– está cerca del antiguo aeropuerto de Tempelhof



Entre-Espacios (Zwischen Raüme)



Con el vocabulario intelectual de aquello de los espacios geográficos, nos pusimos a comparar la calle en la que vivíamos en Ciudad de México, la que lleva el nombre del poeta Rubén M. Campos, con la en que ahora vivimos en Berlín, la que lleva el nombre del piloto Manfred-von-Richtoffen. 


La de México es aglomerada, salpicada de locales y tiendas de toda suerte de chucherías. Hay un restaurante de comida típica oaxaqueña; una tienda de helados y aguas frescas; el Oxxo; una odontología; una tienda para hacer plantillas;  una peluquería de abuelitas; no hay ninguna tienda de frutas o verduras y, salvo la Libélula, ningún sitio para sentarse a tomarse un café. Alrededor del metro, entre el ruido de la avenida Tlalpan, saturan las fritangas de tacos, tortas, tamales, tostadas, flautas; un puesto de periódicos se anuncia con una mujer desnuda –una fotografía hecha de cartón– en la que aparece con la tanga a medio nalga.


De la Platz der Luftbrücke a nuestro edificio por la calle de Manfred von Richthofen, en cambio, hay cuatro puestos de verduras y frutas (Obst und Gemüse en alemán); cuatro cafés con sillas en la acera, como con terrazas; dos panaderías; una zapatería con una vistosa vitrina; tres paradas de autobuses; dos semáforos, sin que ello signifique abundancia de carros. Hay también un local de Döner Kebab, no de cerdo sino de ternero o de pollo.

 


 

       Inauguración de la 2ª Escuela de Verano

 

En 1970 se fundó el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Freie Universität Berlin. Se fundó en lo multidisciplinario bajo el ejemplo angloamericano. José Ortega y Gasset decía en 1915 que deberíamos (los hispanohablantes) tomar el saber de Alemania y el poder de Inglaterra. Ahora Alemania también toma el saber de Inglaterra. 


La conferencia inaugural la dio, en inglés, Ludger Pries, profesor de la Ruhr-Universität Bochum. Se tituló “Between Ethnicizing and Cosmopolitism – Spaces and Leveles of Collective Identity”. Básicamente, su tesis consistía en demostrar que dos comunidades o sociedades pueden existir sin tocarse –apenas rozándose– en el mismo espacio o territorio. Por lo tanto, hay diferentes tipos sociales correlacionados con el mismo espacio geográfico, y concluyó con la necesidad de renovar lo que entendemos por nacionalismo. Hay una serie de términos o vocabulario curioso:


Space as a human distinction is a social construction: relational configuration / order of things / direction / distance / extension / agglomeration / concentration / border / frontier /inclusion /exclusion / pattern of distribution of things.


  Un inmigrante en Berlín, digamos, no tendría necesidad de conocer más allá de la cuadra de su casa, ni de saber jamás el idioma alemán. Le bastaría, para atar sus lazos nacionales, un Iphone. En esa pantallita estaría encerrado ahora su propio espacio geográfico, por no decir mental. 


Había en el centro de Madrid un café-internet regentado por un «paisa», un montañero de Medellín, que sintonizaba todos los días Estrella Estéreo y a quien a diario veía yo hablar por Skype con la familia y los amigos del barrio, y cuyo acento, a pesar de muchos años en Madrid, sonaba más más exagerado que el de sus lugareños. ¿No estaba él más mentalmente en Medellín que sus amigos y familiares que vivían físicamente allá? Cosa rara es el ser humano. 



                        Curiosidades


Almorzamos con historiadores mexicanos. Atropelladamente, ya que hablaban del 68, les preguntamos por qué el PRI, ya que consiguió esas Olimpiadas unos días después de lo Tlatelolco, nunca incentivó en México el deporte como cohesión social a la manera de la Unión Soviética o en Cuba. Lo dijimos como si no nos interesara. El historiador Z... contestó tajantemente que el PRI no era un partido estalinista. No lo era. Y confesó que está por hacerse una historia que fije lo poroso, lo camaleónico del PRI. 

   

           

 

3 de septiembre 2014



            Madrugamos con dirección a John F. Kennedy Platz (el sitio donde Kennedy dijo Ich bin ein Berliner) con dirección a Rathaus Schöneberg.


            Vamos al Bürgeramt, a una sección del ayuntamiento de la ciudad, donde funcionan de paso las oficinas de Empadronamiento. 

 

Noticias del Congreso

           


            Al caer la noche fuimos a la conferencia de J. L. M.. Vino con su esposa nigeriana. Ella mascaba espantosamente chicle, como burlándose de los asistentes. Su esposo habló sobre la identidad de los negros en el Caribe: los negros hispanohablantes y angloparlantes, y entre ellos, la diferencia entre los británicos y los del sur de Estados Unidos. Pero todo pareció írsele en chiste y chanza. Lo enfrentó Rita Segato, una profe argentina de la Universidad de Brasilía. Pero la discusión no pasó a mayores.


Curiosidades


En la pausa del café, oímos una historia personal del conferencista.


 – ¿Viste a su esposa? –. – Ella fue agente de los servicios secretos nigerianos, bajo la vigilancia del Reino Unido. Ella –insistió– es mucho más inteligente que él, y también ha publicado varios artículos.

 


Viernes 5 de septiembre de 2014. En el Congreso



            La conferencia de Rita Sagato, la antropóloga argentina que enseña en Brasil, se tituló Raza y género perspectiva latinoamericana: la escalada de violencia en el contexto de la permanente expansión del frente colonial-moderno. Aunque citó la biopolítica de Foucault, lo de que el Estado controla los cuerpos, pronto se apartó de la teoría, para mencionar casos concretos.



            El Estado, dijo, nunca jamás deja de duplicarse: una mano legal y otra ilegal. El Estado lleva en sí la semilla de la para-estatalidad. Ingenuos los que piensen lo contrario.

            

           Su punto es que las economías ilegales tienen necesidad de fuerzas o ejércitos ilegales. Al no tener el monopolio o la justificiación de la Fuerza, recurren a la Violencia. Al exhibicionismo contra las víctimas. A mensajes de crueldad en el cuerpo no-bélico. Esos cuerpos no-bélicos son, naturalmente, las mujeres. Recordó el caso de Ciudad Juárez. Las mujeres, o los periodistas, gente no armada, no-bélica.


            Lo que más cabreó  a los asistentes es que insistiera en que esas economías y fuerzas ilegales convivieran con el Estado y fueran para-estados, o formas del Estado duplicarse. No puede excusarse la violencia en Ciudad Juárez por ausencia de Estado. No. Menos cuando todo allí convive con el capital de Estados Unidos. Si el Estado ofrece un control legítimo de la fuerza por medio de sus agencias (Policía, Ejército), la existencia de una segunda economía crea esas otras agencias de seguridad que operan con la intimidación y la crueldad. Por lo tanto, concluyó Rita Sagato, el Estado no es la única solución ni la esperanza jamás vendrá de él.


            Pues bien: fue allí cuando le cayeron lanza en ristre. En especial este muchachito C. P. R. Los historiadores mexicanos, alarmados, lo respaldaron en su idea de que la esperanza de un cambio, de la solución, naturalmente venía –tenía que venir– del Estado. No hacían sino demostrar, como le dije a Rita al final de su conferencia, cómo en México intelectualidad-poder-política, son la misma cosa. Todos los académicos mexicanos, en el fondo, parecen tener aspiraciones estatales o políticas.


  

                        Tempelhof


Pensar que el Bloqueo soviético a Berlín oriental el 25 de junio de 1948 desató tremenda solidaridad angloamericana. Pues, para abastecer a Berlín occidental, se necesitó el puente aéreo de Berlín (Berliner Luftbrücke). Allí aterrizaban aviones de carga C-47 con banderas canadienses, australianas, británicas, francesas y sudafricanas.  Los Aliados dejaron en evidencia el error y el terror de Stalin. En 1951, movimos por este episodio, Ernst Jünger y Albert Camus publicaron sendos ensayos: La emboscadura y El hombre rebelde respectivamente. 

            


octubre 27, 2014

El primer deber del intelectual es la amabilidad


Dora, "La planchadora". 

– El primer deber del intelectual es la amabilidad. El estilo. Hacerse entender.
Decir como el sacerdote maya apresado por Pedro de Alvarado cuando vislumbra, en las manchas del jaguar, la escritura del dios: “¡Oh dicha de entender, mayor que la de imaginar o la de sentir!”

– Suprimir el balbuceo. Suprimir el balbuceo para mayor espontaneidad.

– Lo malo es que no es el Estado quien está enfermo ni narcotizado; quien está enferma, casi moribunda, es la sociedad civil que se ha ausentado
Confunden sociedad con Estado. Sólo ellos, los nacionales, tienen derecho a hablar mal de su nación. La opinión del extranjero, por muy erudito o documentado que esté, será para ellos, siempre, la opinión de un advenedizo.
No campea el mal por ausencia de Estado sino por demasiada presencia estatal –policías por todas partes– engendrando un monstruo de mil cabezas. 
El hijo de Dios se apareció en una provincia judía del imperio romano extendiendo una parábola univeral. Les dijo a los no-judíos: “Dios hace justos a los que tienen fe, sin tomar en cuenta si están o no están circuncidados." (Romanos 3).

– La disciplina es estética. Injusticia y desorden van cogidos de la mano. De suerte que para ser buen policía conviene tener, ya no muchas agallas, sino mucha contención.
“No es fácil que alguien se deje matar en lugar de otra persona” (Romanos 5). 

– Recuerdo de los amaneceres olorosos a boñiga.

 – Infancia fluvial. El viento me azotaba el rostro mientras pasábamos el Magdalena, abajo, relleno de eternidad.

– 1994. De noche. Las empanadas de la esquina de 4 vientos revientan en manteca.

        –  En 2008, junto al malecón, la tormenta era dulce. Soplaba un viento sin sal. 

– La sabiduría vulgar aconseja evitar las comparaciones por odiosas. No hay consejo más paralizador, puesto que una cosa sólo se hace evidente cuando se compara con otra.
No importa que las comparaciones sean odiosas y luego convenga rectificarlas o reinterpretarlas. 


octubre 18, 2014

Matanzas y nacionalismo


La nave de Lufthansa, gordo pájaro de acero, cruzó el Golfo de México, voló por encima de la desembocadura del Misisipi, giró al noreste hasta la frontera con Canadá, saltó el Atlántico impulsado por las corrientes en chorro –los jet streams–, pasó de madrugada por encima de Londres (ese laberinto),  como una mancha sobre el Canal de la Mancha y aterrizó en Múnich al amanecer del 1 de septiembre de 2014.

Hace casi dos meses estoy lejos de México –en Berlín.

No nací ni me he criado en México –ni tres años de vivir en México me hacen mexicano. Pero todo lo que sucede allí le sucede al género humano.

Una glosa de Eugenio D’Ors me ha hecho quedar meditabundo. Quisiera comentarla, decir algo, interpretarla. Vuelvo a leerla. Dos, tres, cuatro veces. Sólo acierto a repetirla:

 “Nacionalismo y Liberalismo se corresponden. Su lema común es cada uno en su casa y Dios (o, mejor dicho, el Diablo, es decir, la guerra), en la de todos.
Imperialismo [¿cosmopolitismo?], en cambio, se conjuga a política de autoridad. De la suerte de otros, tú eres responsable. Ni tu deber ni tu derecho se terminan en las fronteras de tu Estado, en el contorno de tu individualidad.”

 Salgo a la calle a confundirme en el bullicio de la gente y de las cosas. No he dejado de pensar en el aforismo de D'OrsYo lo interpreto así: Roma, el imperio, la autoridad, evitando que una de sus provincias, las Galias o Galilea, se encierre en un nacionalismo pendejo que las lleve a matarse entre sí sin tener ninguna misión. ¿No sé? El problema es que la Roma de nuestros tiempos está muy ocupada peleando contra el Estado islámico... ¿No sé si se pueda interpretar así?

Al volver a casa otra de las glosas de D'Ors, leída al tenderme en el sofa, me alegra la tarde: 

"EL MOLINO DE VIENTO 

Vuela. Ten alas. Pero alas ligadas a la tierra y a los deberes de la tierra, como tiene el molino. 
Este hombre, para llegar aquí, ha atravesado un ancho país de molinos grises. Piensa así, imaginero de mirar penetrante: un molino de viento es un avión cautivo. 
¡Cuánta sensibilidad! El menor soplo lo estremece...
¡Cuán trágico ademán! Los dos brazos que se levantan...
¡Cuán honda inquietud! Aquel estridor, aquel largo, interminable clamar al cielo...
Pero, en el fondo del dolor, la norma. 
¡Trabaja, trabaja, molino! Hay que hacer un poco de harina para el pan de los hombres." (D'Ors) 

Si tenemos algo de aviones, tengamos más de molinos. Hoy, Dianis y yo, fuimos al Jüdisches Museum de Berlín. 

El genocidio. La diáspora. Todo por culpa de los nazis –poco se admite la culpa de los  líderes religiosos de aquellos tiempos, según la glosa de Hanna Arendt. Memoria histórica de cientos de miles –millones de seres humanos dispersados por el mundo a partir de 1939 –algunos tenían en común la religión judía y la lengua alemana. 


El Museo Judío de Berlín es un laberinto en forma de edifico. Mucho afán de originalidad. Pocas imágenes. Sólo al final, casi a la salida, en la tienda de Souvenirs, me enamoré de una postal de Tamara de Lempicka, "Das Mädchen in Grün":