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octubre 14, 2020

Arqueología de los medios o preludios del cine: la linterna mágica de Kircher

En Optical Media, acaso el libro más orgánico de Friedrich Kittler, se explica que, a lo largo de la historia, las imágenes, al menos en principio, solo podían ser almacenadas. Una imagen tenía su lugar: primero en el templo, luego en la iglesia y finalmente en el museo.  La escritura, por otro lado, servía no solo como medio de almacenamiento para el lenguaje hablado cotidiano, sino también como un medio de difusión muy lento después de que la práctica de inscribir en paredes o monumentos fuera reemplazada por el uso del papiro y el pergamino. Los libros pueden venderse, enviarse y regalarse. La escritura, por lo tanto, no era meramente literatura sino también siempre correo. Y el predecesor de McLuhan en los estudios de medios, Harold Innis, argumentó que fue la portabilidad y transmisibilidad de los pergaminos lo que llevó a las dos tribus nómadas, primero los judíos y luego los árabes, a reemplazar la adoración de imágenes de dios extremadamente pesadas por un libro dado por dios o incluso escrito por dios (Innis, 1950). La Biblia y el Corán sólo pudieron comenzar su marcha victoriosa contra todas las estatuas de templos e ídolos del Cercano Oriente y Europa porque eran reliquias móviles


En Arqueología de los medios: hacia el tiempo profundo de la visión y la audición técnica, y también en Genealogías, visión, escucha y comunicación, ambos libros del teórico Siegfried Zielinski (también alemán y gran amigo de Friedrich Kittler), hay noticias sobre el origen (la arqueología) del cine y la televisión. 


Zielinski se remonta hasta el jesuita Athanasius Kircher (1601-1680), el maestro de Sor Juana Inés de la Cruz y el inventor de la linterna mágica, es decir, de la máquina que es el preludio del cine. Dice Zielinski que nos hemos acostumbrado atribuirle a los medios audiovisuales una historia de apenas doscientos años con las primeras reproducciones fotográfica, pero esta tiene una anterior que hunde sus raíces en la importancia que los jesuitas le otorgaron a la IMAGEN (recordemos que la popularización de la televisión y de pantallas ha hecho que por «imagen» se entienda la representada en una TV o en una pantalla, y no las representadas o dichas con palabras, que es el significado más profundo de «imagen»). 


Según Zielinski, el jesuita alemán Athanasius Kircher se dio a fabricar su linterna mágica para poder representar en sus misas (que es un «teatro» sacralizado, digamos) el quinto ejercicio de los Ejercicios espirituales (1548) de San Ignacio de Loyola, el santo español inspirador de las IBEROS. El quinto ejercicio es una representación del infierno: basado en cinco puntos y una conversión:

«1º preámbulo. El primer preámbulo composición, que es aquí ver con la vista de la imaginación la longura, anchura y profundidad del infierno. 2º preámbulo. El segundo, demandar lo que quiero: será aquí pedir interno sentimiento de la pena que padescen los dañados, para que si del amor del Señor eterno me oluidare por mis faltas, a los menos el temor de las penas me ayude para no venir en pecado. 1º puncto. El primer puncto será ver con la vista de la imaginación los grandes fuegos, y las ánimas como en cuerpos ígneos.  2º El 2º: oír con las orejas llantos, alaridos, voces, blasfemias contra Christo nuestro Señor y contra todos sus santos.  3º El 3º: oler con el olfato humo, piedra azufre, sentina y cosas pútridas.  4º El 4º: gustar con el gusto cosas amargas, así como lágrimas, tristeza y el verme de la consciencia. 5º El 5º: tocar con el tacto, es a saber, cómo los fuegos tocan y abrasan las ánimas.»






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