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enero 31, 2015

Plotino: el neoplatonismo y la literatura

Plotino Ed. Sep | MercadoLibre

  • En 1923 el mexicano José Vasconcelos prologó una edición de las Enéadas de Plotino publicada por la Secretaría de Educación Pública de México, relacionando algunas ideas con un pasaje del Canto Tercero, “Paraíso”, de la Divina Comedia de Dante. Volveremos sobre ello más adelante.
  • Para relacionar a Plotino (203-270 d. C.) con la la literatura toca hilar muy fino. Según su alumno Porfirio, “Plotino tenía el aspecto de quien se siente avergonzado de estar en el cuerpo. Como consecuencia de tal actitud, no soportaba hablar ni de su raza, ni de sus progenitores ni de su patria”. El cuerpo como imagen (eidólon) es un tema platónico presente en Leyes, XII, 959ª-b.
  • A los 28 años, en 232 d. C., Plotino llega a Alejandría a estudiar Filosofía. Allí selló un pacto con sus compañeros, para no poner por escrito las enseñanzas de Amonio, su maestro. Pero todos rompieron dicho pacto. 
  • En el año 244 Plotino llegó a enseñar a Roma, donde comenzó a escribir sus Enéadas. Irrumpe en la cultura de su época en un momento en el que, de alguna manera, el filósofo debe empezar a hacerse teólogo.
  • Es imposible interpretar el pensamiento de un filósofo sin tener en cuenta la forma literaria de sus obras. Las Enéadas (nombre que viene del Griego Ἐννεάς y que significa “los nueve”), es la forma asistemática en que Plotino presenta una filosofía sistemática que consiste en cuatro parte:
  • 1) Aporía, en que se plantea la cuestión que hay que resolver. 
  • 2) Demostración dialéctica, que se efectúa a base de preguntas. 
  • 3) Persuasión, que se esfuerza en convencer.
  • 4) Elevación o himno de la Inteligencia, del alma que ha llegado a la verdad. 
  • En Platón y Aristóteles, Dios era sólo una de las causas de universo, pero no el centro ni el principio y fin de todas ellas. 
  • La contemplación [teoría] del mundo y la literatura de Plotino no nace, como en Platón y Aristóteles, de un alma que, consciente de su propia ignorancia,  desea salir de ella por amor desinteresado al saber. La teoría de Plotino nace más bien por una cuestión religiosa, por un alma expatriada y nostálgica de su origen y que busca retornar a su origen con el Uno (Dios). Así estructura su visión [teoría]:
  • 1) Uno (Dios). 
  • 2) Inteligencia. 
  • 3) Alma del Mundo (realidad espiritual). 
  • 4) Mundo sensible (realidad material). 
  •  La contemplación es la causa final de toda acción (hé theoría télos).
  • El sistema de Plotino sustenta que toda contemplación es productiva. Y, en consecuencia, toda contemplación tiene su producto.
  • Para Plotino, la belleza no consiste en la proporción sino en la participación de una forma. La Belleza primaria es la Inteligencia, de la que nacen las Formas, es decir, toda Belleza deriva de la Inteligencia. 
  • En la primera Enéada, Sobre qué es el animal y qué el hombre, Plotino explica: “Ya que no nos hemos librado del animal, no obstante la presencia en nosotros de elementos más valiosos en la formación de la sustancia total del hombre, la potencia sensitiva del alma es la que percibe [aísthésis, es decir, estética es la palabra griega para el verbo percibir] dicha sensación. Es de aquí de donde provienen los razonamientos, las opiniones y las intelecciones. Y aquí es donde principalmente está nuestro yo”. (En. 1, 10-15). 
  • El cuerpo es un destello del alma
  • Para Plotino, la belleza es el reflejo y objeto último de los artistas. La belleza en sí es una realidad espiritual alcanzable sólo por el alma. 
  • En otro parte de la primera Enéada, dice Plotino: “Es verdad que obramos el mal vencidos por la parte inferior (pues nosotros somos una multiplicidad), sea por el apetito, sea por la ira, sea por una imagen mala, del mismo modo que, en el domino de la sensación, le acontece al sentido común ver cosas falsas antes de valerse del juicio crítico de la razón. La Inteligencia, en cambio, toca o no toca. Luego es implacable”. (En. I, 5-10). 
  • La Inteligencia, en la Enéada 1, 6 “Sobre la Belleza”, Plotino la relaciona con el ámbito de la vista, es decir, con la Luz. De ahí que un cuerpo sea bello o feo dependiendo de la luz. “De ahí que el fuego mismo sobrepase en belleza a los demás cuerpos, porque tiene rango de forma frente a los demás  elementos: por posición está arriba, y es el más sutil de los cuerpos”. 
  • La luz que nos ilumina nos hace partícipes de la Belleza.  Por eso los hombres no somos más que pseudoseres, es decir, tenemos la ilusión de ser reales. Pero lo somos en cuanto participamos de la belleza de la idea. Participando de la Idea de Belleza es como el artista concebirá́ igualmente un ideal y lo expresará plasmado en la materia (palabras). 
  • Por lo tanto, Plotino afirma que todas las artes son imitación (mímesis) porque imitan formas. 
  • Ahora bien, nuestra capacidad de juzga el arte bello (la Crítica-Teoría literaria) se posibilita mediante la simpatía el contacto entre lo visto y el agente visual. 
  • La simpatía viene a ser como la semejanza existente entre el objeto visto y el sujeto que ve.
  • El juzgar las formas –si son bellas o no– de una obra literaria es función, pues, del Intelecto (alma), no de la percepción sensible. “…Es el alma quien las ve y las enjuicia”. 
  • Ahora bien, “no les es posible hablar sobre la belleza de las ocupaciones, de las ciencias y demás cosas por el estilo a quienes ni siquiera hayan imaginado cuán bello es el rostro de la justicia y de la morigeración”. 
  • Por lo tanto, el Crítico debe ser también un Creador de belleza – debe de algún modo imaginarla. 
  • Algo más: si el alma está corrompido no puede entender lo bello, así como el oro (por más oro que sea) si está mezclado con mierda ya no es bello
  • En la quinta Eneada del Libro Segundo, De la Generación y el orden de las cosas que no son después de lo primero. Del retorno de los seres al primero, dice Plotino: “El Alma del mundo busca la Inteligencia y la Inteligencia a lo Uno. Todos los seres aspiran al Uno, cada cual en la medida de su poder, aun el que ocupa el último rango en el universo. Este retorno de los seres a lo primero es necesario, ya sea que se produzca mediata o inmediatamente. De esto se desprende que todos los seres no solamente aspiran a Dios, sino que gozan de él cada uno según su capacidad.”
  • En otro apartada explicaremos por qué el mexicano José Vasconcelos, en su edición de la SEP (1923), relacionó tal idea de Plotino con un pasaje del Canto Tercero, “Paraíso”, de la Divina Comedia de Dante. 

diciembre 12, 2014

Introducción a la Cábala (Esther Cohen)





  • La cábala (del hebreo Kábalah, es decir, recepción) es la interpretación constante del Antiguo Testamento, lo que los judíos llaman la Torá, lo que los cristianos llaman Pentateuco y que son los primeros libros de la Biblia. 
  • Al analizar el pasaje del Cantar de los cantares, de Salomón, la Cábala observa que la sexualidad es la parte fundamental del ser humano. De ahí que el judío varón se haya identificado físicamente por la circuncisión (ya que el sexo es el lugar privilegiado de contacto con Dios).
  • ¿Cómo podría el hombre amar si no fuera porque Dios, a su vez, es capaz de hacer lo mismo? 
  • “Que me bese con los labios de su boca”, dice el Cantar. El beso es el acoplamiento de arriba y constituye el sello de la alianza amorosa porque lleva implícito el lenguaje. 
  • Epístola de santidad es el primer tratado de moral sexual escrito en España entre 1290 y 1310, por Joseph Gikatilla, un conocido cabalista español. 
  • La Epístola de santidad propone cinco caminos para llegar a Dios a través del cuerpo: 
  • 1) La esencia de la relación amorosa. 
  • 2) La frecuencia del acto. 
  • 3) La alimentación adecuada. 
  • 4) La intención. 
  • 5) La calidad del contacto sexual. 


diciembre 01, 2014

Crónica de los funerales de Chespirito




Yo sospecho que hay algo del Quijote en Chespirito. Ambos, además de hablar el mismo idioma, son héroes cuarentones o cincuentones a quienes la primera juventud los ha abandonado; ambos son parlanchines y su fuerza está en la oratoria, en el discurso –en la filosofía genuinamente castiza que no intenta dominar ni cambiar el mundo de raíz, sino aceptar agradecida o resignada el pueblo que en suerte nos cayó. Shakespeare, según Harold Bloom, domina el canon occidental con sus héroes lacónicos, de gesto trágico, reafirmados en lo pragmático: “To be or not to be. That is the question”.  Shakespirito, digo, Chespirito, prefiere afirmarse en la debilidad: en vez de volar como Superman o Batman, se empequeñece con las pastillas de chiquitolina; en lugar de soltar telarañas como Spiderman (pronunciado a lo ibérico: “Espiderman”) oprime su chicharra paralizadora. Como del Quijote, también todo el mundo se burla de él y lo parodian y aun lo hacen interpretar una comedia dentro de la comedia. La vecindad del Chavo está llena de niños cuarentones.

Dos días antes de la muerte de Roberto Gómez Bolaños un avión me había traído a Ciudad de México procedente de Berlín. Vine a entregar mi tesis doctoral sobre Alfonso Reyes y el origen de las vanguardias hispánicas. A Dianis, que se quedó en Alemania, de inmediato le conté mi primera nueva impresión: tu país es fabuloso, amor. Es el tono más fuerte –por lo numeroso, por lo cultural, por lo que quieras– de nuestra lengua. El suave acento mexicano manda.

Ayer, antes de asistir al Estadio Azteca para rendir tributo al comediante que me alegró en la infancia profunda, salí a desayunar a las 9 de la mañana. Caminé por las calles del barrio Villa de Cortés. Vi a uno de los barrenderos, que hacen ruido  desde las cinco de la mañana, fortachón en su camiseta de esqueleto, sin frío a pesar de cierto aire helado, barriendo la calle. Con ganas. El hombre recogía las hojas secas, las echaba en el camión de la basura, mientras se albureaba con el pepenador, y siguió barriendo y tarareando, ronco, una ranchera de José Alfredo Jiménez, que brotaba de su radiecito móvil. Este es mi héroe y a quien rindo pleitesía y cuya ideología comparto.

Borges decía que en el Corán no abundan los camellos porque no se abusa del color local, y se fastidiaba del nacionalismo argentino que se regodeaba en el gaucho. Algo parecido sospecho en el hastío de ciertos intelectuales mexicanos por el Chavo.  En el cristal del IPhone, al conectarme a Facebook, veo a algunos muy ideologizados: acusan a Roberto Gómez Bolaños de derechista, de trabajar para la televisora privada, de servir a la burguesía poderosa. Parecen pedagogos: lo acusan de haber educado al pueblo en la sumisión, en la tontería, en el conformismo. Lo despiden cruelmente, sin condolerse de su muerte. Se resisten a condescender con lo popular. Ignoran que un lenguaje cercano al pueblo no es, por popular que parezca, en modo alguno popular (Antonio Machado, Juan de Mairena). El lenguaje de los libretos de Roberto Gómez Bolaños, las frases del Chavo o del Chapulín, se apoyan en reconfortantes refranes, y hay quienes vislumbran en sus argumentos huellas de la Edad Media y del Siglo de Oro. Sólo hay originalidad verdadera cuando se está dentro de una tradición. Todo lo que no es tradición es plagio. (D’Ors).

Me subo a un pesero por todo Tlalpan y me bajo en la explanada del Azteca. Estoy untándome de pueblo, le digo a Dianis. De mí mismo. Está lindísimo. En la entrada hay una montañita de flores con imágenes del Chavo, y el pueblo le arroja flores y los niños le sonríen. La sonrisa, decía don Roberto, es un triunfo de la inteligencia: significa haber entendido el chiste de la vida.

Me siento en una de las graderías. El ataúd de Chespirito está en la mitad del estadio, bajo un quiosco, con un inmensa cruz al frente. Ha empezado la misa. Me encanta el dogma católico en cuanto desintegra todo nacionalismo, toda diferencia regional, toda frontera política o ideológica: “Somos ciudadanos del Reino de los Cielos”, dice monseñor Diego Monroy Ponce, capellán del santuario nacional de San Juan Diego. “Cada gesto de misericordia, de humor, de alegría, es la realización del Reino de los Cielos, y Chespirito lo llevó a plenitud”. Y agrega, bastante enterado de la situación: “si queremos salvación, orémosle a la morenita del Tepeyac, a Nuestra Señora de Guadalupe”.

Sublime. Suena de Schubert “Ahhh Ave Marííiiiiiia, Gratttiaa pleeeeena…”, en voz del tenor José Luis Duval, y se me escapan las lágrimas. Me sudan los ojos, dice el rudo mexicano cuando llora. Y qué lloradita más bacana me estoy pegando –me digo con mi  acento paisa: ahora con Mariachis interpretando "Las golondrinas", y antes los niños del Coro Infantil cantando, dándole gracias al Chavo genio y maestro... La mitad del Estadio tiene antenitas de vinil y un chipote chillón, y nos levantamos a aplaudirlo, a despedirlo. El cortejo fúnebre, escoltado con los niños disfrazados de Chavos y Chapulines, sonriendo, le da la vuelta al estadio. México es muy bello. Gracias, don Roberto, por darnos tantos héroes. Por hacernos felices la infancia a muchos. Lástima que tenga que morirse.  
Al desaparecer el ataúd en el sótano del Estadio, finalmente, la gente comenzó a ovacionar a Florinda –a doña Florinda, a la Chimoltrufia, a su señora esposa, a la mujer fuerte, a la que disciplina el Eros. Tánatos se ha llevado al Chavo. Mi sentido pésame, doña Florinda. Saludos a don Ramón, viejo Chavo. Celebremos siempre, admiremos siempre a quienes conquistan la imaginación de la gente.





noviembre 18, 2014

Un paseo por la literatura alemana


“I can't get no satisfaction, I can't get no satisfaction

'Cause I try and I try and I try and I try” 

Rolling Stones



En la leyenda medieval recuperada por Goethe a finales del siglo XVIII, el famoso sabio alquimista, Fausto, huye de la Academia, de la erudición universitaria y de la filología protestante poblada meramente de varones (no de mujeres) hacia la escritura libre, romántica, representada por una mujer, la Poesía. Es la Tragedia del erudito (Kittler dixit). Fausto está montado sobre una basura libresca. Como de nada vale entender un texto sin entender su contexto, conviene preguntarse por qué Alemania ha puesto en jaque dos veces al mundo. 



En el canto séptimo del poema Deutschland. Ein Weintermärchen (Alemania. Un cuento de invierno), Heinrich Heine acepta con ironía que Alemania es una nación que ha llegado tarde al reparto colonial del mundo (estamos en 1844) y que, en consecuencia, deberá resignarse a influir o dominar mediante el pensamiento: 


La tierra es de franceses y rusos 

y el mar de los británicos, 

pero en el aéreo reino del sueño 

poseemos el dominio indiscutible. 


Ahí ejercemos la hegemonía, 

ahí somos invencibles; 

los otros pueblos sólo se han 

desarrollado a ras de tierra 

(versión de Jesús Munáriz).



¿Ironizaba? ¿Es verdad la imagen de que los alemanes viven en la estratosfera como un pueblo filósofo, como un conglomerado de reinos con castillos, princesas,  fábricas e industrias, duques y nobles, y filósofos y poetas sumamente respetuosos de la Autoridad? 

En un párrafo censurado de su libro Sobre la historia de la religión y la filosofía en Alemania [Zur Geschichte Der Religión und Philosophie in Deutschland, 1835], pero que más tarde publicó por separado en la revista Der Geächtete, bajo el título de “La futura revolución en Alemania”, Heine apuntó lo siguiente: 


“La filosofía alemana es un asunto importante, que afecta a toda la humanidad”.


Y agregó: 


[...] “Aparecerán kantianos que tampoco querrán saber nada de compasión en el mundo fenoménico, y resolverán sin misericordia el suelo de nuestra vida europea con la espada y con el hacha, hasta arrancar las últimas raíces del pasado. Entrarán en escena fichteanos armados, que en su fanatismo de la voluntad no son refrenables ni por el temor ni por el egoísmo; pues ellos viven en el espíritu, resisten a la materia y la niegan igual que los primeros cristianos, a los que tampoco era posible vencer con torturas o placeres corporales; aún más: esos idealistas trascendentales serían, en una transformación social, mucho más resistentes que los primeros cristianos”.


[…] “Pero aún más espantosos serían los filósofos de la naturaleza interviniendo activamente en una revolución alemana e identificándose ellos mismos con la obra destructora. Pues si la mano del kantiano golpea fuerte y segura porque su corazón está libre de todo respeto tradicional, y si el fichteano resiste valerosamente todo peligro porque para él la realidad empieza por no existir, el filósofo de la naturaleza será temible porque se encuentra en contacto con las potencias primigenias de la naturaleza, porque puede conjurar las fuerzas del antiguo panteísmo germánico, y porque en él se despierta entonces aquel gusto por la lucha que hallamos en los viejos germanos y que no lucha por destruir ni por vencer, sino por luchar.” [cito la traducción de Manuel Sacristán y Juan Carlos Velasco (Madrid: Alianza, 2008), pp. 207-208].

Todo esto que señala Heine en 1844 ya parece estar antecedido en el primer Fausto, de Goethe, cuya publicación completa data de 1808. En la primera parte de la tragedia, “Noche”, el sabio o erudito Fausto siente que el Espíritu de la Tierra se le acerca: “Du, Geist der Erde, bis Mir näher” (v. 461). Fausto, al contemplar el signo de las esferas anotado en alguno de sus libros, obliga a que tal espíritu o genio se manifieste. La acotación de la obra es tremendamente reveladora: Fausto coge el libro y pronuncia misteriosamente el signo del genio. Oscila una roja llamarada y el GENIO aparece en ella. Este hecho, en que Fausto pronuncia en voz alta lo que se dice en un libro, es la encarnación de la conciencia del lector:  El Genio es Mefistófeles, el demonio, y le dice a Fausto en los versos 486 y 490:  


“Suplicas jadeante por verme, / por oír mi voz, mi rostro contemplar […] ¡Aquí estoy! ¿Qué lastimero espanto se apodera, superhombre, de ti?” (Da bin ich! Welche erbärmlich Grauen Fasst Übermenschen dich). 


Los ruidos en el estudio de Fausto hacen que se acerque Wagner, su criado. Ambos discuten sobre el Espíritu de los tiempos (Geist der Zeiten) y cómo este está presente en los manuscritos y en las bibliotecas. Pero estos manuscritos, libros y legajos no dicen nada por sí mismos. Se acumulan en el estudio de Fausto, quien bien bien dice en los versos 683 y 685: 

Lo que has heredado de tus padres, 

¡adquiérelo para poseerlo!

Lo que no se utiliza es un pesado fardo; 

tan sólo lo que el instante crea puede ser utilizado en el instante.  

Fausto quiere que toda esa erudición cobre voz. Vida. Él ve en los signos alfabéticos un un poder mágico para liberar poderes sensuales y embriagadores en el lector si logran encarnar en una voz. Para apagar la sed del deseo de conocimiento, Fausto pide aprender a valorar lo sobrenatural y aspirar una revelación. Por lo tanto, toma el Nuevo Testamento y lo abre en San Juan I, 1 con la intención de traducirlo del griego original a “mi alemán querido” (verso 1223). La acotación dice:

 

Consulta un volumen y se dispone a ejecutar su deseo


Al traducir la famosa frase de Juan I, Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ λόγος, καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν, καὶ θεός ἦν ὁ λόγος («En el principio era el Verbo [Logos], y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios»),  Fausto tropieza y dice: “Me resulta imposible darle un valor tan alto a la «palabra»” (Ich kan das Wort so hoch unmöglich schätzen, Ich muss es Anders übersetzen [versos 1225]). Este ensayo de una nueva traducción significa poner fin a una patológica tradición de filología (amor a la palabra) protestante, desde que Lutero en 1517 obligó a aprenderse la Biblia de memoria (según su traducción al alemán) 


El problema es mundial. También en la actual literatura alemana, según el crítico Florian Kessler (1981), no tiene cabida el pensamiento crítico. Un par de viejos jubilados, a la salida del Berliner Ensemble,  polemiza con más fervor que los jóvenes escritores. Sus libros giran alrededor de los mismos (y políticamente correctos e irrelevantes) temas. 

En su provocador artículo publicado en Die Zeit, (“Lassen Sie mich durch, ich bin Arztsohn” –Déjenme pasar que soy hijo del médico–), Kessler acusa a autores como Kevin Kuhn y Thomas Kluppde de posar de inconformes con el “sistema” y la “sociedad”, pero de vivir muy satisfechos de becas y en el Hotel Mamá. El tedio se ha hecho entretenimiento, y estos escritores aburridos tienen una aún más aburrida audiencia.

El panorama se extiende por todo el orbe. En cierto país latinoamericano vibran de revoluciones y en otro viven dibujando palomitas de la paz. Casi todos poseen gafas de concha y anhelan el 68. Todo lo delegan.

No hay inteligencia donde no hay decisión.

El pensamiento crítico, lejos de precipitarnos en la ambigüedad y en la evasiva, nos recobra del vértigo. 

¿Sturm und Drang? ¿Aufklärung?
Hacia 1917, hastiado de noticias sobre la Revolución en Rusia y en México y de la pila de cadáveres en las trincheras de Francia y de cubistas y futuristas, George Droz, en un café de Berlín, ordenó y asumió sus ideas:
No más pintores, no más literatos, no más músicos, no más escultores, religiones, republicanos, monárquicos, proletarios, democracias, burguesías, revoluciones, policías, patrias. En fin –decía– basta de esas imbecilidades. No más nada, nada.