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diciembre 12, 2014

Introducción a la Cábala (Esther Cohen)





  • La cábala (del hebreo Kábalah, es decir, recepción) es la interpretación constante del Antiguo Testamento, lo que los judíos llaman la Torá, lo que los cristianos llaman Pentateuco y que son los primeros libros de la Biblia. 
  • Al analizar el pasaje del Cantar de los cantares, de Salomón, la Cábala observa que la sexualidad es la parte fundamental del ser humano. De ahí que el judío varón se haya identificado físicamente por la circuncisión (ya que el sexo es el lugar privilegiado de contacto con Dios).
  • ¿Cómo podría el hombre amar si no fuera porque Dios, a su vez, es capaz de hacer lo mismo? 
  • “Que me bese con los labios de su boca”, dice el Cantar. El beso es el acoplamiento de arriba y constituye el sello de la alianza amorosa porque lleva implícito el lenguaje. 
  • Epístola de santidad es el primer tratado de moral sexual escrito en España entre 1290 y 1310, por Joseph Gikatilla, un conocido cabalista español. 
  • La Epístola de santidad propone cinco caminos para llegar a Dios a través del cuerpo: 
  • 1) La esencia de la relación amorosa. 
  • 2) La frecuencia del acto. 
  • 3) La alimentación adecuada. 
  • 4) La intención. 
  • 5) La calidad del contacto sexual. 


diciembre 01, 2014

Crónica de los funerales de Chespirito




Yo sospecho que hay algo del Quijote en Chespirito. Ambos, además de hablar el mismo idioma, son héroes cuarentones o cincuentones a quienes la primera juventud los ha abandonado; ambos son parlanchines y su fuerza está en la oratoria, en el discurso –en la filosofía genuinamente castiza que no intenta dominar ni cambiar el mundo de raíz, sino aceptar agradecida o resignada el pueblo que en suerte nos cayó. Shakespeare, según Harold Bloom, domina el canon occidental con sus héroes lacónicos, de gesto trágico, reafirmados en lo pragmático: “To be or not to be. That is the question”.  Shakespirito, digo, Chespirito, prefiere afirmarse en la debilidad: en vez de volar como Superman o Batman, se empequeñece con las pastillas de chiquitolina; en lugar de soltar telarañas como Spiderman (pronunciado a lo ibérico: “Espiderman”) oprime su chicharra paralizadora. Como del Quijote, también todo el mundo se burla de él y lo parodian y aun lo hacen interpretar una comedia dentro de la comedia. La vecindad del Chavo está llena de niños cuarentones.

Dos días antes de la muerte de Roberto Gómez Bolaños un avión me había traído a Ciudad de México procedente de Berlín. Vine a entregar mi tesis doctoral sobre Alfonso Reyes y el origen de las vanguardias hispánicas. A Dianis, que se quedó en Alemania, de inmediato le conté mi primera nueva impresión: tu país es fabuloso, amor. Es el tono más fuerte –por lo numeroso, por lo cultural, por lo que quieras– de nuestra lengua. El suave acento mexicano manda.

Ayer, antes de asistir al Estadio Azteca para rendir tributo al comediante que me alegró en la infancia profunda, salí a desayunar a las 9 de la mañana. Caminé por las calles del barrio Villa de Cortés. Vi a uno de los barrenderos, que hacen ruido  desde las cinco de la mañana, fortachón en su camiseta de esqueleto, sin frío a pesar de cierto aire helado, barriendo la calle. Con ganas. El hombre recogía las hojas secas, las echaba en el camión de la basura, mientras se albureaba con el pepenador, y siguió barriendo y tarareando, ronco, una ranchera de José Alfredo Jiménez, que brotaba de su radiecito móvil. Este es mi héroe y a quien rindo pleitesía y cuya ideología comparto.

Borges decía que en el Corán no abundan los camellos porque no se abusa del color local, y se fastidiaba del nacionalismo argentino que se regodeaba en el gaucho. Algo parecido sospecho en el hastío de ciertos intelectuales mexicanos por el Chavo.  En el cristal del IPhone, al conectarme a Facebook, veo a algunos muy ideologizados: acusan a Roberto Gómez Bolaños de derechista, de trabajar para la televisora privada, de servir a la burguesía poderosa. Parecen pedagogos: lo acusan de haber educado al pueblo en la sumisión, en la tontería, en el conformismo. Lo despiden cruelmente, sin condolerse de su muerte. Se resisten a condescender con lo popular. Ignoran que un lenguaje cercano al pueblo no es, por popular que parezca, en modo alguno popular (Antonio Machado, Juan de Mairena). El lenguaje de los libretos de Roberto Gómez Bolaños, las frases del Chavo o del Chapulín, se apoyan en reconfortantes refranes, y hay quienes vislumbran en sus argumentos huellas de la Edad Media y del Siglo de Oro. Sólo hay originalidad verdadera cuando se está dentro de una tradición. Todo lo que no es tradición es plagio. (D’Ors).

Me subo a un pesero por todo Tlalpan y me bajo en la explanada del Azteca. Estoy untándome de pueblo, le digo a Dianis. De mí mismo. Está lindísimo. En la entrada hay una montañita de flores con imágenes del Chavo, y el pueblo le arroja flores y los niños le sonríen. La sonrisa, decía don Roberto, es un triunfo de la inteligencia: significa haber entendido el chiste de la vida.

Me siento en una de las graderías. El ataúd de Chespirito está en la mitad del estadio, bajo un quiosco, con un inmensa cruz al frente. Ha empezado la misa. Me encanta el dogma católico en cuanto desintegra todo nacionalismo, toda diferencia regional, toda frontera política o ideológica: “Somos ciudadanos del Reino de los Cielos”, dice monseñor Diego Monroy Ponce, capellán del santuario nacional de San Juan Diego. “Cada gesto de misericordia, de humor, de alegría, es la realización del Reino de los Cielos, y Chespirito lo llevó a plenitud”. Y agrega, bastante enterado de la situación: “si queremos salvación, orémosle a la morenita del Tepeyac, a Nuestra Señora de Guadalupe”.

Sublime. Suena de Schubert “Ahhh Ave Marííiiiiiia, Gratttiaa pleeeeena…”, en voz del tenor José Luis Duval, y se me escapan las lágrimas. Me sudan los ojos, dice el rudo mexicano cuando llora. Y qué lloradita más bacana me estoy pegando –me digo con mi  acento paisa: ahora con Mariachis interpretando "Las golondrinas", y antes los niños del Coro Infantil cantando, dándole gracias al Chavo genio y maestro... La mitad del Estadio tiene antenitas de vinil y un chipote chillón, y nos levantamos a aplaudirlo, a despedirlo. El cortejo fúnebre, escoltado con los niños disfrazados de Chavos y Chapulines, sonriendo, le da la vuelta al estadio. México es muy bello. Gracias, don Roberto, por darnos tantos héroes. Por hacernos felices la infancia a muchos. Lástima que tenga que morirse.  
Al desaparecer el ataúd en el sótano del Estadio, finalmente, la gente comenzó a ovacionar a Florinda –a doña Florinda, a la Chimoltrufia, a su señora esposa, a la mujer fuerte, a la que disciplina el Eros. Tánatos se ha llevado al Chavo. Mi sentido pésame, doña Florinda. Saludos a don Ramón, viejo Chavo. Celebremos siempre, admiremos siempre a quienes conquistan la imaginación de la gente.





noviembre 18, 2014

Un paseo por la literatura alemana


“I can't get no satisfaction, I can't get no satisfaction

'Cause I try and I try and I try and I try” 

Rolling Stones



En la leyenda medieval recuperada por Goethe a finales del siglo XVIII, el famoso sabio alquimista, Fausto, huye de la Academia, de la erudición universitaria y de la filología protestante poblada meramente de varones (no de mujeres) hacia la escritura libre, romántica, representada por una mujer, la Poesía. Es la Tragedia del erudito (Kittler dixit). Fausto está montado sobre una basura libresca. Como de nada vale entender un texto sin entender su contexto, conviene preguntarse por qué Alemania ha puesto en jaque dos veces al mundo. 



En el canto séptimo del poema Deutschland. Ein Weintermärchen (Alemania. Un cuento de invierno), Heinrich Heine acepta con ironía que Alemania es una nación que ha llegado tarde al reparto colonial del mundo (estamos en 1844) y que, en consecuencia, deberá resignarse a influir o dominar mediante el pensamiento: 


La tierra es de franceses y rusos 

y el mar de los británicos, 

pero en el aéreo reino del sueño 

poseemos el dominio indiscutible. 


Ahí ejercemos la hegemonía, 

ahí somos invencibles; 

los otros pueblos sólo se han 

desarrollado a ras de tierra 

(versión de Jesús Munáriz).



¿Ironizaba? ¿Es verdad la imagen de que los alemanes viven en la estratosfera como un pueblo filósofo, como un conglomerado de reinos con castillos, princesas,  fábricas e industrias, duques y nobles, y filósofos y poetas sumamente respetuosos de la Autoridad? 

En un párrafo censurado de su libro Sobre la historia de la religión y la filosofía en Alemania [Zur Geschichte Der Religión und Philosophie in Deutschland, 1835], pero que más tarde publicó por separado en la revista Der Geächtete, bajo el título de “La futura revolución en Alemania”, Heine apuntó lo siguiente: 


“La filosofía alemana es un asunto importante, que afecta a toda la humanidad”.


Y agregó: 


[...] “Aparecerán kantianos que tampoco querrán saber nada de compasión en el mundo fenoménico, y resolverán sin misericordia el suelo de nuestra vida europea con la espada y con el hacha, hasta arrancar las últimas raíces del pasado. Entrarán en escena fichteanos armados, que en su fanatismo de la voluntad no son refrenables ni por el temor ni por el egoísmo; pues ellos viven en el espíritu, resisten a la materia y la niegan igual que los primeros cristianos, a los que tampoco era posible vencer con torturas o placeres corporales; aún más: esos idealistas trascendentales serían, en una transformación social, mucho más resistentes que los primeros cristianos”.


[…] “Pero aún más espantosos serían los filósofos de la naturaleza interviniendo activamente en una revolución alemana e identificándose ellos mismos con la obra destructora. Pues si la mano del kantiano golpea fuerte y segura porque su corazón está libre de todo respeto tradicional, y si el fichteano resiste valerosamente todo peligro porque para él la realidad empieza por no existir, el filósofo de la naturaleza será temible porque se encuentra en contacto con las potencias primigenias de la naturaleza, porque puede conjurar las fuerzas del antiguo panteísmo germánico, y porque en él se despierta entonces aquel gusto por la lucha que hallamos en los viejos germanos y que no lucha por destruir ni por vencer, sino por luchar.” [cito la traducción de Manuel Sacristán y Juan Carlos Velasco (Madrid: Alianza, 2008), pp. 207-208].

Todo esto que señala Heine en 1844 ya parece estar antecedido en el primer Fausto, de Goethe, cuya publicación completa data de 1808. En la primera parte de la tragedia, “Noche”, el sabio o erudito Fausto siente que el Espíritu de la Tierra se le acerca: “Du, Geist der Erde, bis Mir näher” (v. 461). Fausto, al contemplar el signo de las esferas anotado en alguno de sus libros, obliga a que tal espíritu o genio se manifieste. La acotación de la obra es tremendamente reveladora: Fausto coge el libro y pronuncia misteriosamente el signo del genio. Oscila una roja llamarada y el GENIO aparece en ella. Este hecho, en que Fausto pronuncia en voz alta lo que se dice en un libro, es la encarnación de la conciencia del lector:  El Genio es Mefistófeles, el demonio, y le dice a Fausto en los versos 486 y 490:  


“Suplicas jadeante por verme, / por oír mi voz, mi rostro contemplar […] ¡Aquí estoy! ¿Qué lastimero espanto se apodera, superhombre, de ti?” (Da bin ich! Welche erbärmlich Grauen Fasst Übermenschen dich). 


Los ruidos en el estudio de Fausto hacen que se acerque Wagner, su criado. Ambos discuten sobre el Espíritu de los tiempos (Geist der Zeiten) y cómo este está presente en los manuscritos y en las bibliotecas. Pero estos manuscritos, libros y legajos no dicen nada por sí mismos. Se acumulan en el estudio de Fausto, quien bien bien dice en los versos 683 y 685: 

Lo que has heredado de tus padres, 

¡adquiérelo para poseerlo!

Lo que no se utiliza es un pesado fardo; 

tan sólo lo que el instante crea puede ser utilizado en el instante.  

Fausto quiere que toda esa erudición cobre voz. Vida. Él ve en los signos alfabéticos un un poder mágico para liberar poderes sensuales y embriagadores en el lector si logran encarnar en una voz. Para apagar la sed del deseo de conocimiento, Fausto pide aprender a valorar lo sobrenatural y aspirar una revelación. Por lo tanto, toma el Nuevo Testamento y lo abre en San Juan I, 1 con la intención de traducirlo del griego original a “mi alemán querido” (verso 1223). La acotación dice:

 

Consulta un volumen y se dispone a ejecutar su deseo


Al traducir la famosa frase de Juan I, Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ λόγος, καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν, καὶ θεός ἦν ὁ λόγος («En el principio era el Verbo [Logos], y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios»),  Fausto tropieza y dice: “Me resulta imposible darle un valor tan alto a la «palabra»” (Ich kan das Wort so hoch unmöglich schätzen, Ich muss es Anders übersetzen [versos 1225]). Este ensayo de una nueva traducción significa poner fin a una patológica tradición de filología (amor a la palabra) protestante, desde que Lutero en 1517 obligó a aprenderse la Biblia de memoria (según su traducción al alemán) 


El problema es mundial. También en la actual literatura alemana, según el crítico Florian Kessler (1981), no tiene cabida el pensamiento crítico. Un par de viejos jubilados, a la salida del Berliner Ensemble,  polemiza con más fervor que los jóvenes escritores. Sus libros giran alrededor de los mismos (y políticamente correctos e irrelevantes) temas. 

En su provocador artículo publicado en Die Zeit, (“Lassen Sie mich durch, ich bin Arztsohn” –Déjenme pasar que soy hijo del médico–), Kessler acusa a autores como Kevin Kuhn y Thomas Kluppde de posar de inconformes con el “sistema” y la “sociedad”, pero de vivir muy satisfechos de becas y en el Hotel Mamá. El tedio se ha hecho entretenimiento, y estos escritores aburridos tienen una aún más aburrida audiencia.

El panorama se extiende por todo el orbe. En cierto país latinoamericano vibran de revoluciones y en otro viven dibujando palomitas de la paz. Casi todos poseen gafas de concha y anhelan el 68. Todo lo delegan.

No hay inteligencia donde no hay decisión.

El pensamiento crítico, lejos de precipitarnos en la ambigüedad y en la evasiva, nos recobra del vértigo. 

¿Sturm und Drang? ¿Aufklärung?
Hacia 1917, hastiado de noticias sobre la Revolución en Rusia y en México y de la pila de cadáveres en las trincheras de Francia y de cubistas y futuristas, George Droz, en un café de Berlín, ordenó y asumió sus ideas:
No más pintores, no más literatos, no más músicos, no más escultores, religiones, republicanos, monárquicos, proletarios, democracias, burguesías, revoluciones, policías, patrias. En fin –decía– basta de esas imbecilidades. No más nada, nada.




noviembre 03, 2014

La matanza de los intelectuales


La ola de marchas estudiantiles por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa me recuerda el caso Dreyfus. El gigantesco error judicial contra el capitán judío Alfred Dreyfus que llevó a los intelectuales franceses a imponerse como fuerza autónoma, al margen de las instituciones. J’accuse…! (Yo acuso), dijo Émile Zola el 13 de enero de 1898. Y acusó al Estado francés de cruel y antisemita al condenar, sólo por ser judío, al capitán Dreyfus de alta traición y desterrarlo a cadena perpetua en la isla del Diablo sin seguirle el debido proceso, sin reconocer su inocencia.

La idea del “intelectual comprometido”, del “compromiso de los intelectuales”, nació del caso Dreyfus. Intelectuales, estudiantes, profesores, artistas replicaron y protestaron contra esa gran injusticia. Aparecieron como nuevos soldados de la indignación, y abandonaron sus ocupaciones habituales para marchar, para protestar.

Para 1914 –hace 100 años– los intelectuales franceses constituían otra gran fuerza de opinión que a su modo funcionaba como un ejército, y hasta los estudiantes más indiferentes a la política  marcharon al frente de la Gran Guerra contra el expansionismo de Alemania. Hacia noviembre de 1914 –hace exactamente cien años– más de la mitad de la promoción de 1913 de la École Normale Supérieure, por ejemplo,  fue abatida. Murió en las trincheras cumpliendo con el deber de universitarios patrióticos y comprometidos. Gente inteligentísima se sacrificó. Hasta Apollinaire, el gran Apollinaire, a quien sus amigos lo tuvieron como clasificador de información –censurando cualquier presencia alemana en la prensa francesa– cayó en el frente. Los intelectuales que estaban demasiado viejos para portar ametralladoras y embarrarse en las trincheras, como André Gide y Henri Bergson, viajaron por el resto del mundo en misión de propaganda francófilaaliadófila.
 …
 Sabía poco de estas cosas hasta leer, recientemente, el dossier La Gran Guerra de los intelectuales: España en Europa, de la revista Ayer (91/2013), ed. de Maximiliano Fuentes Cordera, Madrid, 2013. La historia intelectual –la historia en sí– es mucho más interesante que cualquier teoría.
Los teóricos patean la realidad como una lata vacía toda vez que ésta no se adapta a sus teorías.
Los Estados Unidos Mexicanos son potentes y grandes. Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor que pasa por las vértebras enormes de los Andes.
El crimen contra esos estudiantes es tan horrible que la protesta de una nación no basta y es necesario invocar a la humanidad.

La ola de desaparecidos y asesinatos no sólo pasa en México. ¿Qué protesta mundial hay por los miles de desaparecidos en San Pedro Sula, en Honduras, la ciudad más peligrosa del mundo?. [Ver Murder capitals of the world]

Pobre Honduras, si solo esperamos que protesten los hondureños.

El nacionalismo es un monstruo corruptor. Su lema común es cada uno en su casa, mientras el Diablo, la violencia, campea en las calles. 

Lo que no entiende el vanidoso y patriotero es que de la suerte de otros países tan pequeños como Honduras, México, Estados Unidos, Colombia y hatasa Alemania y la China son responsables. Aun más: tú y yo somos responsable. Nuestro deber ni nuestro derecho se terminan en las fronteras de tu Estado, en el contorno de nuestra individualidad.

Protestas contra el gobierno de México. Vale. ¿Protestas contra el de Honduras, contra el de Venezuela, contra el de Colombia…? Mi protesta es por la constitución de una sociedad sin naciones. Por una política de autoridad sin nacionalismo.
Cuidémonos de caer en e feroz oportunismo político.
 
 

octubre 28, 2014

Entre-Espacios en Berlín: Manfred von Richthofen Strassen, Platz der Luftbrücke y Tempelhof

Llegada a Berlín (31 de agosto de 2014)


El aeropuerto Tegel es vetusto. Algo tiene de soviético. 


El río Spree, al mirarlo desde el primer puente, parece un estanque, un canal detenido y sin corriente. 


Abajo, en el metro subterráneo, un afanado viajero de ojos orientales manipula la pantalla de tiquetes para comprar un boleto. Se monta en el primer tren. Encuentra silla. Se va sentado. Se ve cansado. Ha de haber soportado, como nosotros, 12 horas de vuelo. Él desde Tokio. Nosotros desde México. Ambos desde los dos extremos del mundo. 


Del metro subterráneo, subiendo algunos escalones, aparece El cielo sobre Berlín («Dier Himmel über Berlin»), sobre la Platz der Luftbrücke. Al girar un poco a la izquierda aparece ahora Manfred-von-Richthofen-Strasse.


Manfred von Richthofen fue un famoso piloto de la Primera Guerra Mundial. Piloteó uno de esos primeros aviones biplanos, llamado Albatros, y tan sólo en abril de 1917, según Wikipedia, consiguió derribar 151 aviones británicos.



Vivimos en la calle de un piloto de la Primera Guerra Mundial. De un pájaro de acero que perseguía a otros pájaros de acero con banderitas de distintos países. Los pilotos fueron motivo, durante aquella Gran Guerra, de loas y poemas sublimes. El mexicano Alfonso Reyes le compuso un poema en prosa al piloto francés Georges Guynemer, un poema de corte futurista. Era la época de una «estética fascista» (Benjamin) en que el arte y la poesía cantaban y celebraban la destrucción del esplendor tecnológico. De Manfred von Richtofen, Alfonso Reyes hubiera también podido decir: «Maniobraba entre el humo que lo envolvía, entre el trueno de disparos de sus enemigos, escapando con el ruido de su motor y el de las aspas de las hélices...».  


La calle de Manfred von Richtofen–nuestra calle– está cerca del antiguo aeropuerto de Tempelhof



Entre-Espacios (Zwischen Raüme)



Con el vocabulario intelectual de aquello de los espacios geográficos, nos pusimos a comparar la calle en la que vivíamos en Ciudad de México, la que lleva el nombre del poeta Rubén M. Campos, con la en que ahora vivimos en Berlín, la que lleva el nombre del piloto Manfred-von-Richtoffen. 


La de México es aglomerada, salpicada de locales y tiendas de toda suerte de chucherías. Hay un restaurante de comida típica oaxaqueña; una tienda de helados y aguas frescas; el Oxxo; una odontología; una tienda para hacer plantillas;  una peluquería de abuelitas; no hay ninguna tienda de frutas o verduras y, salvo la Libélula, ningún sitio para sentarse a tomarse un café. Alrededor del metro, entre el ruido de la avenida Tlalpan, saturan las fritangas de tacos, tortas, tamales, tostadas, flautas; un puesto de periódicos se anuncia con una mujer desnuda –una fotografía hecha de cartón– en la que aparece con la tanga a medio nalga.


De la Platz der Luftbrücke a nuestro edificio por la calle de Manfred von Richthofen, en cambio, hay cuatro puestos de verduras y frutas (Obst und Gemüse en alemán); cuatro cafés con sillas en la acera, como con terrazas; dos panaderías; una zapatería con una vistosa vitrina; tres paradas de autobuses; dos semáforos, sin que ello signifique abundancia de carros. Hay también un local de Döner Kebab, no de cerdo sino de ternero o de pollo.

 


 

       Inauguración de la 2ª Escuela de Verano

 

En 1970 se fundó el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Freie Universität Berlin. Se fundó en lo multidisciplinario bajo el ejemplo angloamericano. José Ortega y Gasset decía en 1915 que deberíamos (los hispanohablantes) tomar el saber de Alemania y el poder de Inglaterra. Ahora Alemania también toma el saber de Inglaterra. 


La conferencia inaugural la dio, en inglés, Ludger Pries, profesor de la Ruhr-Universität Bochum. Se tituló “Between Ethnicizing and Cosmopolitism – Spaces and Leveles of Collective Identity”. Básicamente, su tesis consistía en demostrar que dos comunidades o sociedades pueden existir sin tocarse –apenas rozándose– en el mismo espacio o territorio. Por lo tanto, hay diferentes tipos sociales correlacionados con el mismo espacio geográfico, y concluyó con la necesidad de renovar lo que entendemos por nacionalismo. Hay una serie de términos o vocabulario curioso:


Space as a human distinction is a social construction: relational configuration / order of things / direction / distance / extension / agglomeration / concentration / border / frontier /inclusion /exclusion / pattern of distribution of things.


  Un inmigrante en Berlín, digamos, no tendría necesidad de conocer más allá de la cuadra de su casa, ni de saber jamás el idioma alemán. Le bastaría, para atar sus lazos nacionales, un Iphone. En esa pantallita estaría encerrado ahora su propio espacio geográfico, por no decir mental. 


Había en el centro de Madrid un café-internet regentado por un «paisa», un montañero de Medellín, que sintonizaba todos los días Estrella Estéreo y a quien a diario veía yo hablar por Skype con la familia y los amigos del barrio, y cuyo acento, a pesar de muchos años en Madrid, sonaba más más exagerado que el de sus lugareños. ¿No estaba él más mentalmente en Medellín que sus amigos y familiares que vivían físicamente allá? Cosa rara es el ser humano. 



                        Curiosidades


Almorzamos con historiadores mexicanos. Atropelladamente, ya que hablaban del 68, les preguntamos por qué el PRI, ya que consiguió esas Olimpiadas unos días después de lo Tlatelolco, nunca incentivó en México el deporte como cohesión social a la manera de la Unión Soviética o en Cuba. Lo dijimos como si no nos interesara. El historiador Z... contestó tajantemente que el PRI no era un partido estalinista. No lo era. Y confesó que está por hacerse una historia que fije lo poroso, lo camaleónico del PRI. 

   

           

 

3 de septiembre 2014



            Madrugamos con dirección a John F. Kennedy Platz (el sitio donde Kennedy dijo Ich bin ein Berliner) con dirección a Rathaus Schöneberg.


            Vamos al Bürgeramt, a una sección del ayuntamiento de la ciudad, donde funcionan de paso las oficinas de Empadronamiento. 

 

Noticias del Congreso

           


            Al caer la noche fuimos a la conferencia de J. L. M.. Vino con su esposa nigeriana. Ella mascaba espantosamente chicle, como burlándose de los asistentes. Su esposo habló sobre la identidad de los negros en el Caribe: los negros hispanohablantes y angloparlantes, y entre ellos, la diferencia entre los británicos y los del sur de Estados Unidos. Pero todo pareció írsele en chiste y chanza. Lo enfrentó Rita Segato, una profe argentina de la Universidad de Brasilía. Pero la discusión no pasó a mayores.


Curiosidades


En la pausa del café, oímos una historia personal del conferencista.


 – ¿Viste a su esposa? –. – Ella fue agente de los servicios secretos nigerianos, bajo la vigilancia del Reino Unido. Ella –insistió– es mucho más inteligente que él, y también ha publicado varios artículos.

 


Viernes 5 de septiembre de 2014. En el Congreso



            La conferencia de Rita Sagato, la antropóloga argentina que enseña en Brasil, se tituló Raza y género perspectiva latinoamericana: la escalada de violencia en el contexto de la permanente expansión del frente colonial-moderno. Aunque citó la biopolítica de Foucault, lo de que el Estado controla los cuerpos, pronto se apartó de la teoría, para mencionar casos concretos.



            El Estado, dijo, nunca jamás deja de duplicarse: una mano legal y otra ilegal. El Estado lleva en sí la semilla de la para-estatalidad. Ingenuos los que piensen lo contrario.

            

           Su punto es que las economías ilegales tienen necesidad de fuerzas o ejércitos ilegales. Al no tener el monopolio o la justificiación de la Fuerza, recurren a la Violencia. Al exhibicionismo contra las víctimas. A mensajes de crueldad en el cuerpo no-bélico. Esos cuerpos no-bélicos son, naturalmente, las mujeres. Recordó el caso de Ciudad Juárez. Las mujeres, o los periodistas, gente no armada, no-bélica.


            Lo que más cabreó  a los asistentes es que insistiera en que esas economías y fuerzas ilegales convivieran con el Estado y fueran para-estados, o formas del Estado duplicarse. No puede excusarse la violencia en Ciudad Juárez por ausencia de Estado. No. Menos cuando todo allí convive con el capital de Estados Unidos. Si el Estado ofrece un control legítimo de la fuerza por medio de sus agencias (Policía, Ejército), la existencia de una segunda economía crea esas otras agencias de seguridad que operan con la intimidación y la crueldad. Por lo tanto, concluyó Rita Sagato, el Estado no es la única solución ni la esperanza jamás vendrá de él.


            Pues bien: fue allí cuando le cayeron lanza en ristre. En especial este muchachito C. P. R. Los historiadores mexicanos, alarmados, lo respaldaron en su idea de que la esperanza de un cambio, de la solución, naturalmente venía –tenía que venir– del Estado. No hacían sino demostrar, como le dije a Rita al final de su conferencia, cómo en México intelectualidad-poder-política, son la misma cosa. Todos los académicos mexicanos, en el fondo, parecen tener aspiraciones estatales o políticas.


  

                        Tempelhof


Pensar que el Bloqueo soviético a Berlín oriental el 25 de junio de 1948 desató tremenda solidaridad angloamericana. Pues, para abastecer a Berlín occidental, se necesitó el puente aéreo de Berlín (Berliner Luftbrücke). Allí aterrizaban aviones de carga C-47 con banderas canadienses, australianas, británicas, francesas y sudafricanas.  Los Aliados dejaron en evidencia el error y el terror de Stalin. En 1951, movimos por este episodio, Ernst Jünger y Albert Camus publicaron sendos ensayos: La emboscadura y El hombre rebelde respectivamente.