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marzo 11, 2025

–II– La voluntad rige esta transformación y la orienta. Persistencia indefinida de la educación


Inteligencia significa presteza en ver las cosas tal como son. Semejante definición está condensada en el más impresionante poema filosófico de la antigüedad, La naturaleza de las cosas (De rerum natura), del romano Lucrecio. 


Santayana, en Tres poetas filósofos, relaciona a Lucrecio con Demócrito: espectadores aristocráticos que desdeñan a los tontos. Pues, si el mundo y la vida se ríen de nosotros y si todos los seres vivientes persiguen la mayor felicidad posible, perseguir la felicidad gratuita acusa una miopía peligrosaEn un mundo tan desapacible como el nuestro, la única felicidad posible consiste en aceptar con presteza que no somos otras cosa sino formas pasajeras de una sustancia permanente. Polvo que se convierten en polvo.


Quien vive bajo esta advertencia está consciente de la actividad sin tregua del cambio y procura cada día, según Rodó, tener clara noción de su estado interior y de las transformaciones operadas en las cosas que lo rodean. 


A Alfonso Reyes le encantaba esta máxima de Rodó. Atención: 

"Mientras vivimos está sobre el yunque nuestra personalidad. Mientras vivimos, nada hay en nosotros que no sufra retoque y complemento. Todo es revelación, todo es enseñanza, todo es tesoro oculto, en las cosas; y el sol de cada día arranca de ellas nuevo destello de originalidad. Y todo es, dentro de nosotros, según transcurre el tiempo, necesidad de renovarse, de adquirir fuerza y luz nuevas, de apercibirse contra males aún no sentidos, de tender a bienes aún no gozados; de preparar, en fin, nuestra adaptación a condiciones que no sabe la experiencia. [...] Conviene, en lo intelectual, cuidar de que jamás se marchite y desvanezca por completo, el interés, la curiosidad del niño, y el estímulo que nace de saberse ignorante (ya que lo somos siempre)...". 


Remover el recuerdo, vigilar lo adquirido, alentar nuestra aptitud a nueva energía, ensanchar nuestro amor, combatir el miedo y desanimar a la esperanza. Pues miedo y esperanza –en ello es incisivo la Ética de Spinoza– son las dos formas encubiertas de la esclavitud. 


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