Páginas

Buscar

marzo 06, 2024

2da sesión: El principio de identidad desde la Lógica



   

1. El principio de identidad desde la Lógica


Al final de Descripción del ser humano, Blumenberg cita de Nietzsche la intempestiva Verdad y mentira en sentido extramoral, para preguntarse qué sabe el ser humano en realidad de sí mismo. ¿Acaso la naturaleza no le oculta lo qué es, incluso sobre su propio cuerpo, para hechizarlo y encerrarlo en una orgullosa conciencia ilusoria, lejos de las sinuosidades intestinas, del rápido fluir de los torrentes de sangre, de la compleja trama de fibras nerviosas? 


En 1873, en un periodo de muchísimos cambios científico-técnicos, el filósofo Nietzsche sentenció que el intelecto, como medio de conservación del individuo humano, desarrolla todas sus fuerzas en la ficción. Pues bien, el principal medio del intelecto –o de la ficción– es la Lógica. Pues la lógica, como veremos, es un órganon, un instrumento del conocer. 


La lógica es la disciplina que se encarga de resolver un problema. Para resolver el problema de la identidad, por ejemplo, lo primero es plantear y ver conexiones entre un ser y otro o entre un objeto y otro, ya que dos personas o cosas en el universo no pueden ser absolutamente iguales. El problema de la identidad puede resolverse o plantearse mediante la lógica porque, en el fondo, se trata de un problema de orden lógico-gramatical y tiene que ver con el impacto de la escritura. Volveremos a ello más adelante. Por lo pronto, tengamos en cuenta los tres principios lógicos formulados por Aristóteles dos o tres siglos antes de Cristo, tanto en su Órganon como en su Metafísica (que en realidad debería haberse llamada Ontología, es decir, estudio del ser o de la identidad):
 
a) El principio de identidad, o lo que es lo mismo: A = A. Un ejemplo: ¿soy en verdad el mismo que cuando niño, o solo una continuidad de aquel niño? Puesto en término de identidad nacional, el principio de identidad rezaría: “si empiezas tu argumentación considerando que eres mexicano (A), no lo olvides en el camino”; o, mejor: “si empiezas tu argumentación considerando que eres mexicano (A), y encuentras en el camino que tu identidad no es la mexicana (A), entonces tienes otro comienzo”. 

b) El principio de no contradicción: «Nada puede ser y no ser simultáneamente».  O, dicho de otro modo, la imposibilidad de que sean verdaderos, a la par, dos juicios si uno de ellos afirma lo que el otro niega. Si decimos A es A, y al mismo decimos A no es A, uno de los dos juicios es necesariamente falso. 

c) El principio de tercero excluido: no existe una tercera posibilidad. O alguien está vivo o está muerto.  

En los últimos doscientos años ha habido grandes revoluciones en el pensamiento lógico para perfeccionar –y a veces abandonar– estos tres principios aristotélicos. En dos obras, The Mathematical Analysis of Logic (1847) y en An Investigation of the Laws of Thought (1854), el inglés George Boole fundó las bases del pensamiento binario. Se trata de una álgebra lógica que sacrifica todos los números, con sus posiciones de valor, a favor de las decisiones binarias. Sus símbolos no tienen valores aritméticos, sino lógicos y estratégicos, lo que permitió más tarde las simulaciones por computadora. Boole fusionó la aritmética con la lógica, o lo que es lo mismo los números con las letras creando así una lógica alfanumérica basada en tres símbolos:

a) Símbolos literales: lo que en inglés es AND [y], OR [o] y NOT [no], que representan objetos de nuestras concepciones y que pueden tomar dos valores: 0 (falso) 1 (verdadero). O lo que es lo mismo 0 (ausencia) y 1 (presencia). 

b) Signos de operación: tales como el +, el —, el X, mediante los cuales los signos literales son combinados en afirmaciones significativas. Por ejemplo, la suma (OR) y el producto (AND) permiten combinar los símbolos literales en afirmaciones significativas. La operación AND es una operación binaria y se representa así:
a b y = a · b
0 0 0
0 1 0
1 0 0
1 1 1

Esta tabla muestra que el resultado de la operación "AND" solo es verdadero (1) cuando ambos operandos son verdaderos (1). Si alguno de los operandos es falso (0), el resultado será falso (0). 

c) El signo de identidad: = es la relación fundamental para la posterior creación de circuitos eléctricos y sistemas de automatización.  


Esta lógica de tres valores constituyó una alternativa de gran utilidad para la mecánica cuántica y para el desarrollo de la máquina universal de Turing, esto es, de la computadora, lo mismo que para el pensamiento estructuralista-antropológico de Lévy-Stauss: 

a) Lo verdadero: 1 [SÍ]. 
b) Lo falso: 0 [NO]. 
c) Lo posible: 1 / 2. [ENTONCES-ENTER]. 
 

a) X es idéntico a Y.
b) X es el mismo "A" que Y.
c) "A" es lo que resulta del contexto). 

febrero 21, 2024

1era sesión: Teoría fenomenológica de la identidad (Descripción del ser humano, Hans Blumenberg).







1. La imposibilidad de definir la identidad es parte de la esencia del ser humano. Sabemos más de los otros que de nosotros mismos. Llamemos "nosotros" al género humano en general. Al animal bípedo-político que habla. Hace 2 millones de años se tiene registro arqueológico del primer homo sapiens. Hace 4.500 millones, según registros geológicos, se formó este planeta terráqueo (compuesto en un 70 % por agua). Hace 13.7 mil millones de años, según observaciones astronómicas, comenzó a expandirse el universo mediante el Big Bang. Por lo tanto, si hace apenas 2 millones de años surgió como especie el homo sapiens, eso quiere decir que en el tiempo profundo de la Historia planetaria y universal no somos casi nada. Partiendo de lo general a lo particular, de la historia planetaria a la historia del homo sapiens, el filósofo alemán Hans Blumenberg (1920-1996) se remontó hasta el tiempo profundo de la evolución en busca de la identidad humana en pureza. 


2.  En su libro póstumo Descripción del ser humano, el presupuesto teórico de Blumenberg es la fenomenología, una corriente filosófica formulada por Edmund Husserl en la primera mitad del siglo XX. Viene de la expresión griega fenómeno, que significa mostrarse, o lo que se muestra, lo patente. Fenomenología quiere decir: «permitir ver lo que se muestra, tal como se muestra por sí mismo, efectivamente por sí mismo» (Heidegger, Ser y tiempo & 7c, p. 45). “Más alta que la realidad está la posibilidad”. Esa posibilidad de ver las cosas en sí es, pues, la materia de la fenomenología. En este sentido, ¿qué fenómeno histórico-natural o biológico permitió la aparición de una conciencia, valga la redundancia, de una consciencia humana capaz de ser consciente de sí misma, a saber, de su identidad?


3. Blumenberg, en el último capítulo de Descripción del ser humano, plantea el principio de la visibilidad. Desde el punto de vista biológico, ¿qué condiciona el fenómeno interno o externo que llevó a que el bípedo humano se preguntara por su identidad? Según Blumenberg, en el surgimiento de la conciencia de la identidad hay una correlación con la postura bípeda o erguida, pues este cambio de postura significó también un cambio de biotopos o hábitat. Al pasar del ambiente selvático al estepario, el futuro ser humano o proto-humano ya pudo abandonar genéticamente la cola, ya no la necesitó para vivir colgado de los árboles. Al abandonar la aparente protección de la selva, el bípedo humanoide tuvo que vérselas con la estepa, es decir, con un horizonte despejado de árboles: con un valle, con un desierto o con un altiplano. Solitario con su prole, el ser humano tuvo que enfrentar varias condiciones que lo obligaron a desarrollar una tremenda conciencia de la visibilidad externa. Blumenberg se remonta dos millones de años atrás. Citémoslo:

"Para la historia del origen del ser humano tendremos que partir de la reducción de las selvas terciarias, provocada por el clima, lo que llevó a las especies que habitaban las selvas a emigrar a la estepa. Podemos suponer que en el cruce de la frontera entre ambos hábitats se fue decidiendo lentamente la superioridad en la capacidad de adaptación de los individuos y finalmente de las especies. Superiores fueron quienes no tuvieron necesidad de aguantar o perder la lucha por la existencia, intensificada en el hábitat reducido, exclusivamente con los recursos genuinos de su dotación orgánica. La lucha por la existencia no consiste sólo en agresión. Superior puede haber sido el que se dio a la fuga. Porque la fuga significaba aquí pisar y dominar un espacio de condiciones básicas inmensamente diferentes: la vastedad y la apertura óptica de la estepa [...]. Una condición fundamental para un ser vivo que ha sido forzado a hacer que sus acciones útiles para la vida sean precedidas por el procesamiento de multiplicidades de sensaciones para convertirlas en objetos es la condición totalmente elemental de tener tiempo. Ése es el beneficio de la estepa con respecto a la selva. La selva ofrece escondrijos, pero también constantes amenazas. En cambio, el vasto espacio de la estepa o de los valles o altiplanos puede ser explorado ópticamente, lo cual siempre significa a la vez que se lo puede organizar según las distancias y por consiguiente según los tiempos. La vida fuera de la selva, sin el obstáculo de tantos árboles, dio pie para el nacimiento de la visión y de la reflexión y de la toma de decisión. Aquí comienza una parte de esa dignidad humana peculiar y relativamente grave que consiste en evitar la prisa y la precipitación, lo expeditivo y la ligereza, la inmediatez como irreflexión. […]. El que duda, el que consigue dilatar su acción, gana en confianza [Dudar es parte de la identidad. No hay identidades unívocas y éstas están siempre en situación]". (pp. 416-418).

Tratemos de ejemplificar mejor el principio de visibilidad. Si nos subimos a una azotea o al mirador de una montaña se nos aparece un horizonte inabarcable. Tal horizonte inabarcable es el comienzo de la conciencia humana y de nuestra necesidad de identidad. El horizonte es como un desafío. Significa que, en él, quedamos expuestos a ser vistos y a mostrarnos, aunque también a distinguir en la lejanía los peligros del enemigo: un ejército invasor, una avalancha, un incendio, un norte, un huracán. Oteando el horizonte, el ser humano aprendió a predecir. Y la predicción, basada en la técnica de la observación, es la condición para la confianza. Y la confianza en oposición a la desconfianza es, según Blumenberg, la condición para cualquier identidad. La confianza, la identidad, se obtiene mediante el principio de la visibilidad. Pues la visibilidad presupone la experiencia del otro, la experiencia de lo que significa que el otro me vea como yo lo veo. Pero, sobre todo, que me identifique en y por mi apariencia. De ahí que el teatro (palabra de origen griego de la que se desprende la palabra teoría y que quiere decir “ver con ojos mentales”) haya sido la condición para ponernos en el lugar de otros, para representar a otros y hacer el papel de otros, de identificarnos con otros. El teatro primitivo con máscaras, que se practica al parecer por todas las culturas, pone en evidencia la conciencia de la identidad como un posible escándalo. Volveremos sobre ello más adelante. 

4. Por lo pronto, advertimos una tremenda secuela de la visibilidad. Según Blumenberg, lo que ganó el ser humano al erguirse y caminar en dos piernas fue sin duda una gran visibilidad: mirar las estrellas, dominar el horizonte en sus cuatro puntos cardinales en un afán por predecir movimientos y eclipses. Este dominio le permitió planificar el cómputo del tiempo y del clima. Pero lo que perdió el ser humano al erguirse y obtener semejante visibilidad, por otra parte, fue un desconocimiento tremendo y hasta una vergüenza de su propio cuerpo. Blumenberg se remonta al mito de Adán y Eva para preguntarse por qué ambos se cubren sus partes íntimas. ¿Acaso el conocimiento intelectual supone en el judeocristianismo un abandono o negación del cuerpo en virtud del alma? ¿Cómo nació la noción o identidad de un alma? Al ser conscientes de nuestra desnudez, se desarrolló en nosotros la necesidad del disimulo y del ocultamiento, de la opacidad, del fingimiento, todo lo cual contribuyó a la creación de trajes y telas, de la ropa, de una simbología y, más exactamente, de un lenguaje. En otro ensayo de Blumenberg, Trabajo sobre el mito (1979), se insiste en que la vergüenza a la desnudez se agudizó en el mundo judeocristiano por la condición monoteísta. El olvido del cuerpo, el limitar la sexualidad y hasta el oponerse a los instintos sexuales, fue una condición para obtener mayor conocimiento y ascender al cielo. Más allá de lo supersticioso del asunto, Blumenberg se apoya en el sociólogo Max Weber, en cuya sociología de las religiones éste insiste en la condición tremendamente antropomórfica del dios judeocristiano. Si bien este dios encarnó en su hijo Jesucristo hace 2024 años (según nuestro calendario), “el dios judeocristiano fue y siguió siendo un Dios sin esposa, y, por ello, sin hijos [...]. Esta circunstancia contribuyó –y seguramente, de una forma muy esencial en el caso de Yahvé– a hacerlo aparecer desde el principio, si lo comparamos con otras figuras de divinidades, como un ser de una especie singular; más alejada del mundo”. Incluso todavía hoy, el ser humano no se siente totalmente identificado –satisfecho– ni con su cuerpo ni con su ciudad ni con el paisaje ni con los animales ni con sus congéneres más inmediatos. Prefiere la simulación a la realidad. Interactuar todo el tiempo con su teléfono móvil que con la persona que tiene al frente. Prefiere la escritura a la oralidad, la representación a la voluntad.

5. Blumenberg se remonta aquí a la filosofía de Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación [en alemán, Die Welt als Wille und Vorstellung, un clásico de la filosofía publicado en Berlín en 1819 con una segunda edición ampliada y corregida en 1844]. Para Schopenhauer, existimos por una Voluntad de Vivir, que puede ser inconsciente o no y que, en cualquier caso, compartimos con el resto de los animales y seres vivos. Hasta una rana en una charca tiene una enorme voluntad de vivir. Si no la limitara su morfología o anatomía, la rana también quisiera expandirse hasta las estrellas. Cualquier bacteria se esfuerza en resistir al antibiótico. Todo ser vivo lucha por sobrevivir. El ser humano sería solamente un ser de voluntad incluso si no hubiera tomado la decisión general de existir. Es cierto que hay personas que nunca se preguntan por su identidad. Hay otras que, torturadas por la pregunta sobre su identidad, anulan su existencia mediante el suicidio, que es la última de las decisiones posibles, la de no querer existir más. Lo cierto es que existimos. Alguien nos arrojó a aquí.  Si la mariposa y el gato no saben qué son ni se lo preguntan, porque viven por voluntad y no por representación, ¿quién (qué dios) nos arrojó al mundo? ¿Por qué no nos sentimos del todo identificados con este mundo? ¿Acaso por eso hemos inventado tantos dioses supraterrenales, entre cuyos más poderosos y abstractos está el del judeocristianismo? Lo que condiciona el fenómeno externo que llevó a que el bípedo humano se preguntara y sufriera tanto por su identidad, como veremos más adelante, fue la invención de la escritura. Por lo tanto, para reforzar todo lo anterior desde la rigurosidad teórica, conviene abrir un paréntesis sobre los tres principios de la Lógica, el primero de los cuales es precisamente el principio de identidad.


febrero 14, 2024

0. Teorías de la identidad (programa del curso)




Introducción

Este curso, que se imparte en la Facultad de Antropología de la Universidad Veracruzana, introduce en el problema sobre las teorías de la identidad, particularmente en relación con el lenguaje (la Lógica) tanto en su dimensión lingüística como literaria, plástica y musical. Puesto que no hay en sí una teoría única y unívoca de la identidad, sino múltiples teorías al respecto que legitiman identidades plurales y diversas, este curso hará un recorrido panorámico por algunas escuelas filosóficas, tales la fenomenología, el estructuralismo y el posestructuralismo. Con base en la Realpolitik, en la realidad política de una identidad basada en el Estado-nación, no se descuidará el contexto veracruzano, mexicano y latinoamericano. 


1. la palabra identidad proviene del término latino entidad, que significa la cualidad de ser, derivada de ensentis («que es», «que existe»). El concepto de (id)entidad en griego antiguo se decía ousía. La entidad como la sustancia son categorías fundamentales en la historia de la filosofía, especialmente de la ontología (del estudio del ser). Por lo tanto, el núcleo característico de la Identidad se define por el verbo ser en todas sus conjugaciones: ¿quiénes fuimos, somos y seremos? Tu identidad (tu ID en inglés) es lo primero que te pregunta un policía al llegar a otro país, o un funcionario al solicitar cualquier trámite. La identidad es pues, desde la antigüedad, el estudio del ser de cualquier cosa que exista abstracta o concretamente. 

2. Según el Diccionario de filosofía, de Nicola Abbagnano, para Aristóteles la Identidad es una unidad, aun cuando la unidad se refiera a muchas cosas. Aristóteles define la (id)entidad como «el que es ser» (en griego antiguo, Tò tí ên eînai) o «la esencia de lo que es ser» (consúltese Metafísica, libros VII y VIII).  En 1936 el lógico austriaco Friedrich Waismann redefinió la identidad bajo la idea de que dos cosas en el universo no pueden ser absolutamente iguales, pues una mera diferencia espacio temporal es por tanto suficiente para considerar no-idénticos a dos objetos (consúltese Sobre el concepto de identidad, 1936 [Über den Begriff der Identität])

3. Recientemente,  desde el fin de la Guerra Fría, con la categoría de identidad se designan también nuevas realidades individuales y sociales entre los seres humanos, tales como identidad lingüística, nacional, regional, local, étnica, sexo-genérica (véase la entrada de Lindomar Albuquerque en Palabras claves para el estudio de las fronteras). Hacia esas identidades tendremos que enfocaremos. A continuación, indicaremos el contenido de nuestro curso:
  • a) ¿Qué es y de dónde viene la «identidad» y qué es la «teoría»? La formación fenomenológica y antropológica de la identidad humana en relación con el tiempo profundo y la tecnología. Leer, comentar y discutir de Hans Blumenberg, Descripción del ser humano, especialmente el capítulo “Variaciones de la visibilidad” (pp. 583-670). // Y de Jacques Derrida, De la gramatología, especialmente los capítulos “La guerra de los nombres propios. / La escritura y la explotación del hombre”, (pp. 183-180). 
  • b) Leer, comentar y discutir de Judith Butler, Lenguaje, poder e identidad, especialmente la “Introducción: de la vulnerabilidad lingüística”. Plantear un problema de investigación sobre el lenguaje políticamente correcto.
  • c) Introducción y contexto de la formación de la identidad nacional en la modernidad Leer, comentar y discutir afinidades en La invención de la nación. Lecturas de la identidad dos capítulos: a) de J. G. Herder, “Genio nacional"; b) A. Renan, “¿Qué es una nación?”. 
  • d) Introducción histórica a la novela latinoamericana como presupuesto de la identidad sexual-nacional. Leer, comentar y discutir de Pedro Henríquez Ureña, Seis ensayos en busca de nuestra expresión (especialmente, el apartado “El problema del idioma”). // También de Doris Sommer, “Un romance irresistible: las ficciones fundacionales de América Latina” (en Homi K. Bhabha, Nación y narración. Entre la ilusión de una identidad y las diferencias culturales, pp. 99-134). 
  • e) Introducción a la cultura visual como identidad nacional: el paisajismo en la pintura mexicana. Leer, comentar y discutir de Fausto Ramírez, José María Velasco, pintor de paisajes. - Control de lectura. Exposiciones grupales. 
  • f) Cultura musical como identidad comunitaria: el son jarocho como identidad veracruzana. y discutir afinidades en el libro de Santiago Auserón, Arte sonora: en las fuentes del pensamiento heleno











febrero 12, 2024

¿Qué es la arqueología de los medios?

Erhard Schoen, plancha extraída del Traité sur les Proportions (¿1542?)



Es de notar que el término arqueología de los medios no está datado aún en la Enciclopedia Británica, y que las entradas de Wikipedia al respecto aún dejan mucho que desear. Pues se trata de una disciplina que exige una «mentalidad dura». Los resúmenes  y aproximaciones que abundan en la web sostienen que la «arqueología de los medios» se deriva de L’ Archéology du savoir (1969), de Foucault (ver la entrada del Centro de Cultura Digital).

La arqueología relacionada con prácticas discursivas, en efecto, es una disciplina (episteme) que puso de moda  Foucault. Para él, la arqueología es una disciplina que busca definir los discursos en su especificidad, sin la presencia del autor ni del sospechoso "humanismo"; la arqueología, al estudiar el archivo o el artefacto, no es una disciplina interpretativa o alegórica; deja de lado al sujeto creador y se concentra en el discurso-objeto. Foucault quería abandonar, con la arqueología, la historia de las ideas. "No tendré derecho a sentirme tranquilo, mientras no me haya liberado de la historia de las ideas" (Arqueología del saber, p. 230). Pero como rehuir de la historia de las ideas es darse un tiro en el pie, Foucault más adelante reconoció que "la historia de las ideas cuenta la historia de los anexos y de las márgenes". Es decir: las ideas involucran los archivos y son materiales en sí mismas (no abstracciones platónicas). En cualquier caso, Foucault entendió por "archivo" (de donde se desprende "arqueología") lo textual, lo alfabético, lo que llega hasta 1840, lo anterior al archivo fotográfico, cinematográfico auditivo. 

Pues bien. Al advertir esta limitación histórica de Foucault, el filósofo alemán Friedrich Kittler (1941-2011) reformuló la noción de discurso foucaultiano para poner punto final a la hermenéutica tradicional fundada en la textualidad, es decir, el fin de la escritura en beneficio de técnicas de inscripción numérica o algebraicas. La arqueología de los medios supone a partir de entonces interesarse menos por el contenido semántico de un mensaje y más por los modos de grabación y transmisión. 

Expliquemonos mejor. Aunque rehuyó como las grandes inteligencias de sacrificar su manera de pensar bajo una escuela específica,  Kittler dio una definición exquisita del estudio de los medios en Optical Media (1999): no se trata del sujeto humano per se, sino de la variabilidad de nuestras propiedades estéticas como dependientes de la viabilidad tecnológica. Desde 1880 más o menos nos encontramos en un imperio de estándares (Kittler). En una convergencia –en una simulación– entre cine y vida (Virilio), entre realidad y realidad simulada por computadora (Nick Bostrom).

Los medios digitales destruyeron la visibilidad para iniciar una historia de la desaparición –una estética de la desaparición propia de la elegancia de las matemáticas.  

El libro homónimo de Siegfried ZielinskiArqueología de los medios, el que ha popularizado el término. A su vez, el  Zielinski se apoya en el arqueólogo neoyorkino Stephen Jay Gould, especialmente en Time’s Arrow and Time’Cycle (Flecha del tiempo y ciclo del tiempo, 1987). Pues, si la historia de nuestro planeta sólo puede ser deducida de manera científica y exacta a partir de los cuerpos naturales, es decir, de la acumulación de erosiones, sedimentaciones y elevaciones y sucesivamente de nuevas erosiones, algo parecido sucedería con la historia de los medios. En palabras de Zielinski:

«Ya todo estuvo alguna vez presente, sólo que en forma menos elaborada. Sólo tienes que observar con mayor detenimiento [para] descubrir cosas nuevas, sorprendentes, en lo viejo» (Arqueología de los medios: hacia el tiempo profundo de la visión y la audición técnica, trad. Álvaro Moreno-Hoffman, Bogotá, Universidad de los Andes, 2011, p. 4).



febrero 07, 2024

Discurso de incorporación al Centro de Estudios de la Cultura y Comunicación de la Universidad Veracruzana

 


10:00 de la mañana, 6 de febrero de 2024


Saludo en primer lugar al director del Centro de Estudios de la Cultura y Comunicación, el Dr. Rafael Figueroa, y al secretario académico, el Dr. Edgar García Valencia, lo mismo que a la coordinadora de la Maestría, la Dra. Soledad Torres, y a la de la Especialización, la Dra. Olivia Fernández.
 
Después de un riguroso concurso de oposición, de veras que me llena de orgullo incorporarme de lleno a la universidad pública mexicana.
 
He procurado escribir un texto para no balbucear y trastabillar.  
 
Si cuento desde agosto de 2011, cuando comencé a estudiar el doctorado en El Colegio de México, voy para alrededor de casi trece años de estar residiendo en el país. Llegué a este país-continente por primera vez en octubre de 2007, de paso, puesto que venía con motivo de la publicación de mi tesis de pregrado o licenciatura por parte de la editorial de El Colegio Nacional, gracias al visto bueno del gran poeta José Emilio Pacheco. Tal tesis trata sobre la teoría literaria de Alfonso Reyes, El deslinde, cuya alcance abarca también la teoría de la cultura y de la comunicación.  Alfonso Reyes y José Vasconcelos (este último fundador de la idea moderna de la universidad pública mexicana y de extensas campañas de alfabetización) son a su modo teóricos de la cultura y de la comunicación organizacional del conocimiento durante la primera mitad del siglo XX hispanoamericano. No hay que verlos como estatuas o bajo la idolatría de la «biografía intelectual», sino desde la historia de las ideas, desde la historia de los medios. 
 
Los estudios literarios, si no quieren verse de manera conservadora, deberían virar hacia los estudios de la cultura y de la comunicación en su sentido más amplio, quiero decir, más sólido. Esta solidez yo la he hallado en la Historia, particularmente en la historia de los medios, gracias principalmente a la lectura del alemán Friedrich Kittler, cuya obra conocí durante mi estancia de investigación en Berlín entre 2014 y 2015. 
                                                             
Según Kittler, si la introducción de los medios audiovisuales en el cambio de siglo 1800/1900 rompió el monopolio de la cultura meramente «letrada» para legitimar otras prácticas culturales, la introducción de las redes sociales digitales ha reactivado la escritura simbólica como medio o mecanismo imprescindible del activismo social, complejizando la toma de decisiones de toda índole.  Con lo cual mi plan de trabajo aspira a introducir, en parte, la metodología de una suerte de posthermenéutica y arqueología de los medios que permita una comprensión más amplia de las redes sociales como correlatos de los nuevos adelantos técnicos. Pues, para comprender los fenómenos sociales e históricos, se hace imprescindible historiar una red discursiva con diversos agentes sociales (instituciones, constituciones y desde luego revoluciones y alzamientos), agentes que muy a menudo están condicionados por los medios de comunicación, cuya materialidad exige también pensar en la reproductibilidad técnica. 
                                         
Advertir que el paso del humanismo al posthumanismo y transhumanismo se da en virtud de la virtualidad, pero en detrimento de la dignidad humana, invitaría a generar una interesantísima discusión desde el Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación. ¿Hasta qué punto la técnica de almacenamiento y de transmisión ya transferidas a las máquinas no ha usurpado la memoria individual y colectiva?
 
Historia de la vida colectiva, historia de las mentalidades, historia de las ideas, historia intelectual, historia cultural, historia de los medios, historia del cine, literaria y de la música. No hay posibilidad de salirnos del maremagnum de la Historia. Tampoco de la escritura, de la concentración que exige la hechura o lectura de un texto, pues ello es precisamente el presupuesto del mundo digital. De ahí que la economía de recursos recomiende cierta desdigitalización, quiero decir, un poner atención a los libros impresos, a las fotos en papel, que es la arqueología y artesanía de la comunicación.
 
Desde 2015 comencé a dar clases en el sistema universitario mexicano y a partir de 2017 empecé a formar parte del Sistema Nacional de Investigadores. Insisto en el gusto y en el desafío de ahora incorporarme como profesor e investigador de tiempo completo a una universidad pública de tan extensa trayectoria y reconocimiento como la Veracruzana. 
 
Para terminar, quisiera celebrar con ustedes que hace un par de semanas presenté exitosamente el examen de naturalización para obtener mi nacionalidad mexicana. Es un examen de preguntas sobre cultura general del país (de geografía, historia, de fiestas populares, de culinaria y de otros detalles), con lo cual vengo muy consciente del enorme poder de la Cultura. Un país, un país-continente como México, nunca ha ignorado su enorme potencial cultural ni tampoco sus vínculos con el resto de la América latina o ibérica. 
 
Como ciudadano colombiano con hija y esposa mexicanas, es para mí una cortesía semejante –un compromiso– hacerme mexicano.  Con lo anterior también quiero señalar en algo muy importante. El hecho de que, en medio de la globalización o digitalización más agresiva, el investigador no debería perder de vista su lugar de enunciación, esto es, la importancia del Estado-nación y, en este sentido, el de las culturales regionales y minoritarias. Pues, sin una escala de valores, sin una axiología, no es posible un estudio serio de la cultura. 
 
Como ven, para mí el desafío es doblemente mayor en la medida en que tendré dos nacionalidades. Mi empeño es  fortalecer profesionalmente los estudios de la cultura y la comunicación desde una dimensión más democrática, de mayor relevancia y reconocimiento, abierta también a la perspectiva de género. De hecho, comentaba hace poco con la Prof. Elissa Rashkin, mi interés en resaltar algunas figuras de la intelectualidad femenina estadounidense que, sin ser escritoras o intelectuales, influyeron en la cultura mexicana y latinoamericana. 
                                                         
 
Bien. Por lo demás, no me queda sino decir que estoy enteramente disponible para lo que se requiera en materia académica e intelectual. 
 
Muchas gracias,